Habrá sido el gato me ha dicho el vecino; desde luego por la puerta no ha salido nadie. Terminaba de corrertr y por los alrededores del pueblo, unas estridencias se han elevado por encima del techo en silencio que ha puesto un calor perturbador. Después ha sonado una nota de mi saxofón.
De lo primero, me había asustado, porque la violencia era de las de época; con lo segundo, he sentido impotencia porque ya era de noche y me ha parecido que se movían arrastrando el saxo; de hecho un sonido con la llave D, ha distorsionado como en un contorsionismo de dolor. No podía hacer nada, el terreno era abrupto y aunque el otro día subí, siguiendo a un corzo que me había desafiado a ser más rápido que él. No lo conseguí, tropecé con una rama de una cepa seca pero con la suficiente entidad para dejarme cao. Hoy todo era más complicado, era la zona en la que se haya un cortado de 20 metros y bueno, no era el momento.
En mi carta de despedida, si no aparece mañana, le diré que ha sido un saxofón con una gran paciencia y que si, que hubiera merecido un mejor trato, pero es algo en lo que fallo. Creo que lo entiende, de hecho, lo ha sufrido.
Ahora que me había empezado a parecer más fácil, la melodía de "el Padrino", o que de "la vaca lechera" había empezado a recoger cántaros de descubrimiento, va y el gato me hace eso.
Sé que no debiera haberle molestado cuando estaba plácido, que también se llama así, sobre el muro recién construido por los vecinos, pero ha sido encender la desbrozadora y ya entro en trance y no paro hasta que la gasolina se agota o el enésimo hilo sale despedido, creo que por mi mal uso, porque siempre me cuenta que aguanta mucho.
Ando sin ganas de cenar, ya llevaba 245 día tocando y la aventura parecía que no hacía nada más que empezar. Me he puesto a The Who, para viajar por esos ritmos inconformistas y salvajes. De repente por el balcón aparece mama gata y trae de la oreja al pequeñin y a su otra recua para que el saxofón no se deteriore en algun golpe.
Si claro, como no les voy a tocar la melodía de "el gato con botas"; la escucha ella, con gran atención, los otros parecen compungidos, pero no me fio, este año he tenido esas mismas miradas y esos mismos gestos de sumisión de muchos de mis contertulios, que instantes después, han sido los ejecutores de mi paciencia.
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