He salido a la calle, lo he hecho ,"en tanga" que es como lo había pedido el mercenario. Yo, enclenque, con una ligera tripa que alguien denominó "la barriga más rápida del maratón". Enfrente, no sólo se presenta él, unos cuantos más le acompañan, tienen labrados hasta los músculos más recónditos; por supuesto, son gente de honor, han acudido "en tanga", acorde a ellos, inmenso
Como para despistarles, empiezo a moverme con la rapidez de un leopardo, la agilidad de un mono y el golpe certero de una víbora. Aún así han tomado nota y me hacen ver que donde no hay mata, no hay patata.
En mis prácticas con el saxofón me he descubierto una voz que nunca hubiera imaginado. Por como ha salido en algunos momentos, podríamos decir que es tan fuerte como el viento huracanado de Pepe Pótamo; no hubiera querido llegar a ello, su uso, pero me veo disminuido y lo hago. Antes de darme el gran bajón, cojo aire y de repente entra en ignición mi boca por la cantidad y la velocidad del viento que sale por ella.
Ellos, debido a la sofisticación de su trabajo en el gimnasio y añadiendo la calidad y dureza lograda en sus ejercicios de calistenia, permanecen inmutables; es más logran que las posibles babas mías doren aún más son orfébricos y efébicos cuerpos.
El sudor recorre todo mi esqueleto; intuyo que sere zarandeado hasta descoyuntarme. Se han rapado todo el cuerpo; sólo su barba les daría una apariencia, como su amo me dijo, hombruna; ahora ya no, pero no hace mucho el gran Juako, diría que muy femenina en todo lo demás.
Pienso para mí, porque me habré metido en estos líos, daba igual que fueran los muñecos rotos de sus grandes pagadores que a la vez, son defraudadores. En ello, ando, imaginando quienes son todos esos elementos que evaden el dinero que le corresponde dar a su patria, pero que deciden que no, que "pa'ellos"; estos productos de paellas de cocteles de vitaminas y otros mejunjes.
Con los nervios, y con mi ensimismamiento en todos los golpes que pueden recibir, se me había pasado que en sus tangas, que parecían albergar rabo de toro, que no quería decirlo antes porque de lo mío, ya había dicho que daba una cierta vergüenza y no era cuestión de insistir; parecen desprenderse, primero, pequeñas partículas de color azulado; como para animarme me he dicho: ¡Ahí va, los pitufos"; algo han debido intuir por mi incontenible sonrisa. Su cara se ha crispado y han puesto la posición 69 de una mano, comiendo y la otra, como para recibir.
No es posible, ese ha sido el primer pensamiento que se me ha pasado por la cabeza, a la vez que ya por las comisuras del tanga empezaban a salir, "esa especie de cipote" que se ponen los toreros para animar a las bestias que les contemplan.
El ambiente era prebélico, sus arterias explotaban, mis piernas, traqueteaban, mis ojos soltaban mares de lágrimas por todo lo que estaba viendo. Esos extras, para que no se los notara lo habían pintado de color carne y tintado con su mismo tono de bronceado en el que se habían sumergido; como decía, esos cipotes los tenían incrustados en el culo; con lo cual, mi lio ha sido mayúsculos, no sabía si su enfado era porque yo era un perroflauta minundí y eso no les sumaba puntos o si, por el contrario, al ir tensando sus caras y músculos, les iban moviendo por dentro, y algunos, hombretones gigantes, estaban sufriendo un primer orgasmo, que si querían evitar, porque el ataque había sido por la espalda, nada acorde a su hombría. Otros que ya me fije bien, estaban sollozando por ese placer que tanto habían evitado y que al llegarles, tanto les había sorprendido y tanto les había gustado.
Me vine arriba, para que negarlo, busqué las cámaras de ese gran hermano y les digo a estos que patrocináis a tanto cafre, ahora que les habéis visto en su salsa, quizás os den lo que tanto parece necesitáis. Subiroslo a vuestras alcobas. Aparecer sin intermediarios macarras bien sean periodistas o pesas de gimnasio
Vamos que marche más chulo que un ocho, eso si, 10 kilos había perdido, del miedo pasado
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