domingo, julio 16, 2023

10 segundos

 Existen jueces a los que 10 segundos manoseándoles, no les pone lo suficiente para ser españoles. No seré yo quien insista en frotarles, siempre está el peligro de alguna explosión precoz. 

 Esto de las impotencias por las sinrazones que se imponen, no quiebran mi orgullo de lo que se ha hecho en estos pasados tiempos. Encontraba un símil, gracioso, según para quien, en una cinta que ponía entre los postes de una valla desaparecida para proteger una parte del huerto que no tiene una gran variedad.

 Parecía ridículo el gesto, por debajo de aquella línea, roja y blanca no existía nada; cualquiera podía invadir ese lugar franco de obstáculos. El color elegido también me parecía oportuno, porque me daba juego para poderme meter con determinado tipo de persona.

 Delante mío, algunos corzos se han acercado a esa valla fake e igual que algunas noches ladran cuando me acerco demasiado a sus crías, aquí han soltado una carcajada al no ver nada que se interpusieran en sus paseos por ese espacio tan curioso. También me quedo mirando a ese señor que se arrodilla ante su bandera, que flamea como mi cinta, pero que debajo está vacío el contenido de lo que defiende. 

  No me río, como hace mama corza; sino que me pregunto como puede ser posible que haya personas que se postran y se queden parados ante la valla invisible de la eficacia en la economía; que nunca ha existido, en un partido que se autodenomina buen gestor, pero siempre se lo dan a alguien privado; su buen olfato económico, lo podríamos entender en lo particular, que se les ha llenado y ha creado castas de la nada. En esa cerca pantalla se quedan extasiados viendo la petulancia del que dicen mejor presidente de esta democracia, el tal Txemari, el que le vote; este es rimbombante, por su parte, ridículo cuando afirma que alguna primera ministra habló de él en términos elogiosos. La explicación de su éxito, y la de su, en algún momento, encarcelado ministro de economía, podría tener un paralelismo con la de un administrador de fincas que celebrando una gran fiesta para obtener amigos, borracho como una cuba, reparte todo lo que ha recaudado de más durante seis meses,  entre contertulios de su frenética y alcoholizada noche. Al día siguiente, desaparece y somos nosotros quienes tenemos que volver a pasar por taquilla. 

  Así que hay puedes ver, horrorizado, a tanto pagano que se mantiene postrado ante aquella ficticia y deudora euforia. 

  Lo de la cinta, como lo de la bandera también tiene su miga; estos días, con la excepción de las horas ventosas de un amanecer que eructaba el fuego de un infierno; apenas la vemos agitarse, aunque existen un tipo de hormigas, que han descubierto el juego de moverla para que actúe como una catapulta que las permitiera llegar muy lejos, donde hay más sombra y parece ser que la gran huerta está más fértil. 

   Mucha ciudadanía se sube también a la tela; la ven tan dura que no temen que se rasgue, sino que más bien sueñan llegar cara al sol; cuando rompe, porque por lo que sea, aquello no daba más de sí, descubren que no era de tela, sino de bulos, que si los vascos no aman España, que si los catalanes proclamaron la República, como sí en aquellas sociedades, como en todas, no existieran gentes que aún  viviendo en el filo del caos, tienen vidas comunes, ideas diferentes, pero que además, en estos tiempos complicados que nos han tocado vivir, tanto gente como Metxe, como Gabriel, como muchos otros, han contribuido a que este espacio, llamado España, no haya sido un lugar donde aún marcar más las diferencias. 

    El salario mínimo para los que menos ganan, la revalorización de las pensiones han sido de su apoyo. Sería terrible, para quienes se han quedado merodeando por las excelencias y maravillas de las banderas, que se enterarán que a quienes se aprestan a votar han sido quienes, han tenido la desvergüenza de acudir a Europa a pedir que no se le diera dinero a un estado que ha sido capaz de proteger a empresarios y trabajadores con ERTES, tras la eclosión de un COVID, que amenazaba con hundir, aún más, a los más empobrecidos.

    Sí, me creo que esa parte de la huerta, con sólo cinta, palos verticales sin valla, no paralice a nadie; pero he tenido la ensoñación, por un momento que tuviera el mismo efecto que los símbolos y las mentiras hace sobre un gran número de habitantes. En este último caso, por desgracia si que tiene su efecto; que las mentiras, las crean hasta convertirse en cómplices de los mentirosos, era un artículo de las tablas bajadas de aquel monte que jamás pensé que llevarían a un confesionario, con la esperanza de ser perdonados, pero sin arrepentimiento.

    Y es que existen algunos, que con diez segundos de inconsciencia, piensan que aún necesitan más.

 

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