En la Selva oigo a Turzán, su grito es único y el movimiento que quiere generar podría producir un bosquemoto.
Lo vimos hace muchos años, en las películas, Turzán se había hecho amigos de los trileros monos, de las financieras hienas que te decían te ayudarían en los temas económicos mientras se iban llenando los bolsillos con las calderillas que te quitan, y también a mí. Las mediáticas jirafas decían que tenían la capacidad de poder ver todo, aunque ¡vaya por dios! siempre parecían contar lo bueno de los leones, saciados de comida y sexo, mientras de las leonas, lo único que insinuaban era que ponían en duda que se unieran porque para ella, la gran jirafa lo que de verdad hacían era maquinar contra sus empurados pagadores. Los Ñu bajaban la cabeza y embestían porque desde detrás les metían las pimienta de la mentira y vaya usted, a saber porque aunque argumentaban que les incomodaban, también les excitaban en sus más bajos instintos.
Los que más se soliviantaban, vaya usted a saber porque, eran todos esos dulces impalas, cebras y los inconmensurables en belleza, antílopes que hacían un seguidismo de las indicaciones más simplistas que les llevaban a un lugar y al contrario. Ahora les decían, seamos como hace cuarenta años; después, ¡qué bella era nuestra patria en la era terciaria!, cuando aún no había ni sábana, ni tan siquiera colchas que parece que han estado siempre ahí, sobre todo cuando el invierno arrecía.
Los elefantes se dejaban montar por Turzán porque les decían que el marfil, era de un valor incalculable con lo cual tenían una subida de autoestima, que se convertía en soberbia que les hacía perderse de los valores en los que solían vivir, la mayoría de toda la fauna, cuando no es sobresaltada por esos aguijonazos de veneno, pinchazos inoportunos para la convivencia, se daban cuenta a posteriori
De los hipopótamos, de los que tanto hemos amado sus cosas, le podríamos reprochar que hagan su popótamo grito huracanado, con la excusa que le han dicho que es para limpiar la atmósfera cuando en realidad es para extender las insidias y las mentiras.
¡Cómo no amar toda la fauna de la sábana!, En gran manera, cuando luchan por no ser guiados por animales ajenos a ella.
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