Se acerca uno de los ministros, sea guatemalteco, sea nicaragüense, sea de la derecha española, sea salvadoreño y saca su capa, la despliega con los colores de un pavo real, levanta la vista, posa los ojos de forma alternativa en cada uno de los periodistas que les atiende. Les abanica, les lanza morritos de sus labios impolutos y les indica el establo en donde recogerse. El espacio es magnífico, luces de neón, desde las que destellan palabras bellas, son huecas de significado pero encandiladoras para con sus actos amorales.
Las necesidades que se crea uno en la vida, concede a muchos periodistas el argumentario para poder ser notarios de la realidad tejida por sus dueños. Como ha llegado una sociedad a admitirlo por encima de lo que han vivido, tiene que ver mucho con la presentación de esos actos. Se les acercó una pandemia, vieron como se tomaban medidas radicales, para todos; como se ayudaban a muchas empresas y personas para que la salvación fuera de toda la sociedad y nunca se habló de ello.
Hubo un momento de una gran tensión en la sociedad con el problemas catalán, se tomaron medidas, más ó menos acertadas, pero que incluso parece haber sido aceptada por una sociedad que estaba muy polarizada y se obvia que el premio se ha dado a las partidos que han hecho su apuesta por hablar en las diferencias y colaborar en la construcción de un futuro para la ciudadanía que vive en aquel espacio. Alguien que fruto de unas acciones corruptas de sus partido como fue Arthur Mas, dice hoy que reflexione el líder de una excision para un para adelante, hacia un precipicio, sin ninguna senda por donde poder comunicar.
Siempre la economía fue el gran mantra en el que se apoyaba la derecha para dar por válida su eficacia para sacar adelante una sociedad. No se ha dicho, ni una sola palabra, por parte de la derecha; es más de forma escandalosa, en palabras de un político que en su tiempo dijo que ir fuera a manifestar las debilidades de su país, es la mayor traición que se le puede hacer a un país. Incluso eso es lo que han hecho; ir a pedir que no hubiera recursos. Es como un seguidismo criminal, para horadar tus propias bases en las que tienes instauradas tus tranquilidades sociales, económicas y culturales.
Ese periodismo amamantado por empresas, crea un relato que muchos dicen que es mínimo, porque sus audiencias reales, lo son; en estos tiempos de redes sociales; esa pequeñez es obviada porque la capacidad de ser repetido esos mensajes engañosos, se multiplican como jamás en la vida.
Poco parecen valorar iniciativas como La Marea, El Salto, Público, canal RED para crear otros relatos, en los que los análisis se hacen a partir de desgranar las noticias, por supuesto con su carga ideológica pero mostrando los entresijos y cimientos de ellas, para que sea el oyente o lector quien de un paso adelante, alejado de las sendas de esos mercenarios ideologizados y premiados, entre ellos mismos.