sábado, septiembre 20, 2025

Un tejo, dos complejos, conexiones perdidas

  Érase dos veces en treinta y un día; más un señor que no había viajado fuera de su propio mundo y además soltaba unos palabros que no encontraba Mari Pili en el mapa de las tierras que conectar.

  Bufaban las rabias y las señoras de bien encontraban a sus maridos en las tarimas, subidos para encomendarse a sus bajezas. Juliana que venía del Oriente hablaba de aquellos señores como de la última casta de los sobraditos. Después de ellos, llegarían quienes en vez de atarse a los miedos se encadenarían al respeto por las palabras que le habían tejido una dignidad.

 Ofelia se reía porque en el ultimo mes había escuchado aquella fantasmada como miles se acurrucan en la nave sin misterio, es una falsa, para escuchar voces, pero no razones ni respeto a uno mismo.

   El abismo estaba delante de ellos. El miedo se había instalado y era objeto del odio. Esa armadura creaba alucinaciones y revestía al diferente de las suficientes deficiencias como para repelerle.

   ¿Quién no lo haría si en el prospecto te ponía todas las contraindicaciones que albergaba su no ingesta?

    Ofelia, por segunda vez, pero en ese mismo día, encontraba a quien podía considerar un indigente recogiendo cientos de sobre. 

     Pobrecito, comenzó a pensar, hasta que vio que de cada uno de ellos sacaba un billete y que al lado, tenía un carromato donde los iba acumulando. Del carromato, por arte de magia, salieron diferentes villas y riquezas.

   Juliana chistó a Ofelia, le hizo ver que los prospectos no servían más que para fabricar sobre, que de forma mecánica y periódica llegaba a aquel mequitrefe, ahora, y por gracia a su desparpajo, convertido, no en un genio, se lo habían dado todo hecho, sino en un patán rico, cosa que tantas veces, tapan tantos complejos

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y