Sin traje que se ha quedado el crápula y sin contestación; uno se imagina que ante lo segundo, muchas veces es mejor callar en cuanto a las piezas con las que aspiraba a vestirse, se fueron desgarrando entre las ilusiones de él por aparentar tenerlas controladas y sus afanes notorios, por meter la pata, en cualquier oportunidad.
De lo segundo, era un experto consumado y sobre todo en estos tiempos, tan fáciles de seguir a gurús que te arreglan el mundo para los próximos dos minutos, ya pasados.
Si Gabilondo está por rendirse porque no parece ver un grado de compromiso con lo auténtico en las nuevas generaciones y Wyoming permanece inmutable, fuera de la televisión en la que le podríamos ver. Cojamos un poco del primero y sigamos, al segundo que no es lo que tiene en cuanto a recursos económicos, sino lo que manifiesta en cada una de las oportunidades en las que aparece como Miguel Monzón, aunque también le llamen Wyoming.
Perdieron en Argentina, los capitalistas autodenominados libertarios aunque sólo de sus privilegios, esos que pudren a los ciudadanos pagándoles primas para su sueldo si consiguen quitar cada día a 20 personas de las listas de discapacidades.
Destruir al débil y reducir a cenizas las moral de las personas para que ante la necesidad sólo piensen en sobrevivir, no en crear un tejido social con el que protegerse, sino en permanecer aislados oyendo los cantos de sirena de "sé tu mismo" que tanto promocionan los influencer que negocian sus beneficios ante la credulidad de los que esperan ser guiados.
Se vieron molestados por una religión y se echaron en mano de otras que necesitan ser protegidas por los dineros públicos para dar supervivencia a los sacerdotisas que a la vez, devolverán esa capa de credibilidad de la que consiguieron disfrazarse las religiones, por la promesa de supervivencia, de quienes creen que es una putada desaparecer, ahora que estábamos por aquí.
Así que añadimos botones y cortes de ensueño, pero perdemos la compostura
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