Pasó mil veces y a nadie le puede extrañar que se vuelva a echar en falta que Cat no cante Alfara de Algimia para escucharle ahora por el cansancio que invita al abandono, por una cierta responsabilidad con la que se pueda cargar.
Ni que Bob no pueda asegurar que todo eso pasó, aunque no lo olvido y puedan ondearse Banderas Moradas, en aquellos tiempos con el Piraguada, fuera del estadio, en su pequeño lago y ahora dentro, el Depor pueda seguir sumando aunque sea para que la rotonda sea visitado por un bloque para la especulación.
El abismo es andar por Xabia y saber que una performance más se andará más perdido que Mariscal en una democracia.
Se tiene que estar abducido hasta la extenuación para que alguien se refugie en la libertad mientras denuncia que una televisión pública obtiene las mejores cuotas de pantalla. Es lo que tienen estos demócratas de pacotilla; consiguen cansar a quienes alguna inquietud. A Juliette la cantan pero sólo cuando la discoteca va a cerrar y tú echas un rápido repaso a todos los rincones para ver si ella, ha sido guiada hacía tu estrella.
Te cercioras que una noche más, andas estrellado; tuviste la oportunidad, pero para una vez, querías dos y ya lo dijo el cantante poeta, pintor Eduardo Aute, existen momentos que es mejor una entera que no dos de 15, que a esas horas se encaminaban a la cama y al cuartucho donde quien luego ha sido presidente, cometía fechorías, innombrables, que además, quieren volver a ser escondidas, aunque en años de juventud, parecía que no había miedo de querer ensuciar el mundo como ahora está perpetrando.
Queda entregarte a Radio Andorra y ver si en su pasodoble, puede entrar, muchas veces, Bob Dylan, aunque no tire mucho de saxofón; pero te susurra que puede que ella, desaparecida, te diga que te ama. Cosas de suposiciones tardías; es la razón por la que evitas Estepona, porque si puede ser que pierdas la perspectiva a Costa del Sol, hemos pensar que el sueño fue pasajero y que mientras, como Woodi, ya no tenías la necesidad de buscar en el día anterior para edificar el sueño de lo que estás por describir y abrazar entre trompetas y tubas que siempre habías pensado te podían espantar la nave a la que estabas a punto de abordar.
Es lo que tiene ser pirata, te pones y por mucho que los barcos que surcan, de por siglos, los mares y océanos, pienses que lo capitanearon gente aventurera, percibes que no tienen porque haber sido botados por gente honorable, y si no que se lo pregunten a Casipeo en Brasil, tiene conciencia de haber salido hace siglos, desde la aldea donde su abuelo fue entregado a un amoral, que había apostado todo y al perderlo confirmó que abordaría cualquier vida, con tal de seguir realizando sus juegos de apuestas suicidas.
Pelele le siguió hasta que pudo, que no fue sino el momento en el que el Pirata, se quitó su parche del ojo izquierdo y se puso un zafiro, para seguir viendo un mundo incompleto y la pata, fue sustituida por una prótesis de competición. Lo que evitó que todo tomara una deriva peligrosa fue escuchar a Van Morrison, que sentía la brisa de Irlanda mientras que en aquellos inviernos te sumergías en aquellas neblinas que te llevaban de playa en playa, vagando por si un barco te ayudará a surcar tu desamparo.
Van Morrison calmaba los vientos y Dylan me dijo Hello y si, siempre le respetaré y algún haré que suceda, que derrumbado sobre la arena, escriba los nuevos sueños por encima de esos que encuentran siempre motivos para lanzar misiles, incluso desde las filibusteras palabras con las que erigen templos sin dios y países sometidos a las fuerzas de tramperos que venden sus piezas al mejor postor
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