Si me pides que cuente una huida, la de Chris fue la mas cruel.
No tardó en asumir la destrucción de las lineas de las viñetas para que nada diera soporte a personajes vencidos. Miraba Pablo, ansioso, saliendo de los infiernos, arañando sus brasas para recalentar unas chuletas colgadas que le ofrecía la industria de las armas.
Hubo momentos donde sus partículas, tocando con soberbia las notas de un cielo sometido, bramó sutilezas en medio de dentelladas. Todo le era dado, nada sería abismo, pero, solo en un ínfimo instante llegó, acudió presto a tomar su parte y bastó la varita de una sirena en palio para fumigar la araña que le había tejido las frías partículas, otra vez, desmembradas. Calló, se había vuelto nada e invisible.
Sabía que era el mejor método para ser recompensado, al fin y al abismo, la vida le ofrecía más recompensa que ser un envoltorio con sabor a utopía, siempre abrasado por las maderas resinosas de las chalanudas que se veía obligado a recitar o para mayor escarnio, memorizar. ¡Como conseguir salir ileso del nalpam de las idioteces digeridas en apriorismos sin un solo viento en el que se anclara a la razón!
Un teatro había encerrado una manada de becerros y con la llamada de "cinco minutos", salieron, sin el orden que les habían dado, estabulados y entonces fueron todos una orgia de cornadas y sinsabores; regado por el escancio de frutas, árboles y un poquito de cianuro para celebrar sus bacanales de apariciones, exhibiciones, pese a ser dueños de nada y voceros de advenimientos de dioses con tickets de muerte
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