Dolores expulsa su chorro de voz y lo convierte en la toma de un vehículo para quererse a si mismo.
En la última época lo escucharon en algunos de los foros por donde andaba Andy, pero no es el caso de los violentos. Estos necesitan tapar su cabeza y exhibir sus músculos, no hay nada más metafórico que esa exposición pública de la tarea que realizan:
Su cabeza y su cerebro se han entregado a quienes les dirigen, ora para que embistan, ora sujetándolos, ora incitándolos para provocar horcales miedos, ora suministrándoles dosis de violencia, nunca gratuita porque cumplen unos fines de crear apocalipsis.
¿Qué les piden a cambio de ser conducidos a "mayor gloria de esos dioses amos"?
Sus músculos labrados con metales sin pulsos, su violencia, su ansia de patear al debilitado, como si ellos no fueran minúsculos antes quienes les azuzan
En su furor interior se creen que son gente de orden; no analizan que quienes les conducen y ordenan pueden ser trileros venidos a más, traidores que se apropiaron primero por las armas, y luego por quienes pusieron a cargo de ejecutar las leyes a otros seres, tan sumisos como ellos, lo que pasa que estos tapan sus cuerpos, no bizarros y exhiben su cerebro disciplinado para estudiar derecho y obedecer a quienes mandan por todos los puntos cardinales.
Estos amancebados con sus amos que les repudiarán sin amor, satisfechos sus onanistegos egos, quieren meter en sus mismas mierdas de servir al poderoso a las fuerzas del orden, sin saber a veces, cual es el que nos hemos dado.
Son tiempos malos para todo, incluso para la lírica; por algunos de esos rincones, algunos de ellos se sienten llamados a confundir España, con los poderosos. No parece que vivan en el mundo de Yupi, donde el que más tiene es el que más ha hecho por la sociedad. A poco que hayan ejercido su tarea funcionarial sabrán que por arriba también se toman y esparcen las mierdas.
Dolores me mira y me dice: "te has ido, tío; siempre te vas"
Andy, que no se vaya a pensar la gente que estaban encamados o algo parecido, le aclara que en aquellos días, cuando la dirección de un instituto le obviaba y, a cambio, celebraba a aquel director pantuflo que no entendía lo que es la objetividad, compartía con los recién llegadas, que se tenían que querer a ellas mismas, que la situación podía ser la que fuera pero eso no les tenía que desesperar, que se apoyarán en los recursos que tenían a su disposición y sobre todo, que se quisieran. Aunque, tantísimas veces, aparecieran cosas que les hicieran dudar.
No te preocupes, O'Riordan te escucho y me envuelve tu voz y como si fuera una alfombra mágica me subo a ella y si, caminamos para ser nosotros, ya sea entre palabras que se encuentran, en demasiadas ocasiones con torpeza, o con la mixtura de los sonidos en los que nos vamos descubriendo con ansías juveniles.
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