sábado, julio 13, 2024

Trotadiscos

  Stephen Fry, actor y escritor, conduce el hilo argumental de un documental sobre Willem Arondeus y Frieda Belinfante; el título: desafiando al nazismo; la temática trata sobre dos artistas holandeses, gay y lesbiana que, en el caso de él, incluso, prescinden de sus sentimientos, para salvar vidas humanas. A grabar entre frases de nuestra vida, una del pintor, "quiero que permanezca en la memoria la fortaleza de un gay", más o menos dicho. Sólo el hecho de enfrentarse a una sociedad estratificada y controlada desde arriba, ya les hacía unos héroes. Él necesitaba afianzar su fortaleza, entre "las costumbres de ese poder jerarquizado".

   Cuando ya hasta los ciervos se exhiben por los jardines del pueblo, pensamos que ya nos hemos mimetizado en la naturaleza; enfrente a ella, tememos que todas nuestras bajezas destrocen los débiles cimientos que nos sujetan a la vida.

   Hace muchos años, descubrir la música era salir a trotar por desiertos en el que muchos permanecimos nadando temiendo cualquier oleaje que nos hundieras por las dunas, siempre hambrientas. 

    Sumergirse en una postura para succionar la vida de ese especial número de personas en los que buscas encontrar esas "depravadas " felaciones que te son imposibles encontrar en ti mismo. 

    Cuando sales de ese esperanzado ensimismamiento, descubriendo que en el otro, sólo podías encontrar el sentido de la belleza de la satisfacción mutua, tienes el deseo de borrar todas las sucias órdenes que te impidieron gozar de semejante aventura. 

    Entonces, encuentras como único remedio, para la desazón producida por dejar entrometerse en tus placeres a quienes, sólo, buscan el sometimiento, el poderte quedar mirando el trote majestuoso de esos herbívoros que de belleza al lecho de los encuentros.

     Entre los sonidos encontrados, nos ponen los antiquísimos tocadiscos para que un Javier crea que un tal renombrado Pablo podría ser objeto de la afectuosa búsqueda por evitar que hablará demasiado.             Siento una cierta tristeza porque el primero se vea obligado a generalizar sobre el personaje, nuestro segundo protagonista, que lo único que hace es poner en evidencia que quienes se introducen en ese acto de búsqueda sin creer en él, escupan sin paladear todos los humores íntimos de haber querido ser correspondido por el amado.

       Trotar sobre ritmos que te mandan, anulándote de los que te ayuden a encontrar las g del éxtasis ajeno, tristes rutas de una vida empobrecida para, sólo, subsistir entre risas que ahogan conciencias sometidas

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