Pudiera ser que ahora me volviera a bautizar. Elegiría que me impregnarán del liquido de la poesía, leída por una Ángeles Lopez de Ayala actual y me bañaran en el teatro de Brecht con la fuerza de una Ione, recitando el analfabeto político
El peor analfabeto
es el analfabeto político
no oye, no habla
ni participa en los acontecimientos políticos
no sabe que el coste de la vida
el coste de las judías.
del pescado, de la harina
del alquiler, de los zapatos
y de las medicinas
dependen de decisiones políticas
El analfabeto político
es tan asno que se enorgullece
y saca pecho diciendo
que odia la política
No sabe el imbécil que
de su ignorancia política
nace la prostitución
el niña abandonado, el atracador
el peor de todos los bandidos
el delincuente político
canalla, corrupto
lacayo de la empresas nacionales
y multinacionales.
Las palabras son de entonces de los años treinta del anterior siglo. Muchas cosas han cambiado, lo básico, no.
No existen ningún afán de faltar sólo la idea de la conciencia de lo que cedemos. Podríamos ir a una noche tormentosa de negras nubes, infinita oscuridad. El niño Luka vive en el segundo piso, la puerta le encierra, busca poner una barrera entre lo que escucha, los gritos de una gran bronca, y su niñez. La televisión la enciende por si fuera un fuego que paraliza las fieras.
Intenta escuchar lo que dicen por la pantalla. Nadie le van a preguntar cómo está. Los dos personajes que le hablan han juzgado ya a una imputada. No han dejado el trabajo al juez.
Darío es un nómada, por algún camino ha encontrado a Javier; quizás el niño se canse del fuego de esos dos pirómanos de la democracia. Psicópatas con ansia de poder a los que les han puesto un mechero y en las hierbas secas del verano, encuentran el orgasmo en ver la tierra quemada.
El que quiere prescindir del conocimiento que le brinda su capacidad de raciocinio se refugia en las voces que exhalan gases para avivar el fuego. El niño, se ve cercado de voces y de las visadas excrencias.
Javier, un bombero universal, eterno, salta el circulo infernal, mira al niño.
Sé tú, le dice, ni ellos son jueces, ni la violencia es nuestro estado natural. Asómate al comportamiento de aquella pareja de monos que cuando hacían distinciones entre ellos para separarles, ellos comprendieron que estaba la raíz dela sumisión a quien le había dado los beneficios.
El pequeño Luka mira los bosques que le esperan y las sendas sobre la que caen los brazos de los árboles, unos serán para aplastar; otros, ofrecerán su tronco, para reposar, para leer lo que vendrá después, para evitar a esa clase de menesterosos con sus ansias de poder.
Siempre han sido alimentados por la codicia sin escrúpulos, seres envanecidos, creyendo ser más, porque no pusieron límites a sus gritos en forma de hoz hacía jueces corruptos o miedosos, periodistas envanecidos por haber sido capaces de en un bar, cuando alguien los mira como inquiriendo acerca de esa rara conversación con una "contraria", confiese que se ha mofado de la que cree que tiene poder y solo alberga terrores.
Aquellas mujeres sin sombrero, sin la custodia de una iglesia de un dios atrapado, buscaron liberarnos de los sacerdotes de ese ser, erigido para la sumisión de los demás.
Se extingue el fuego alimentado alrededor de Luka, el conocimiento ahoga las voces de los kamikazes que conscientes de sus canalladas, buscan la muerte de los otros, sin darse cuenta que ellos ya murieron aún siendo exhibidos en altares.
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