miércoles, julio 10, 2024

Delante de un café

  Esperando al que anda, pensando en quién goleó, teniendo el móvil en la mano aunque le deseen lo peor.

   Volver a viajar con el cine. Los tomates escuchan a Wagner y permanecer cerca del agua por Gloria y Esperanza.

    Que será de nosotros cuando el tiempo postre los pueblos a la despoblación. Cuantos casas se cerrarán y los bosques de carrizo invadirán los días sin gente.

     Delicadeza de la película griega con los últimos pobladores de una Elia universal. Un pueblo capaz de armonizar el respeto de las esencias con el encuentro con el futuro. Una llamada para descifrar lo que es la vida, por encima de las tendencias que te convierte el algo común.

      El jugador que huele la bufanda porque en ella está impregnado todo lo que él ama: su madre, su padre, su perro, los sabores de la comida con la que ha salido a cambiar una tarde, él en Barcelona, otro en Alcalá, quizás, otros en un Madrid en decorados. 

    Metido en una nave que le aleje del circuito que le recuerda de donde viene. Ojalá alguien pueda ponerle las palabras de Laura Arroyo, para que sepa  que en otra parte del mundo, un partido de compañeros de su edad, es interrumpido porque alguien decide que asesinar, al menos, a 29 adolescentes es más importante que la alegría con la que están confraternizando en un momento de la historia en la que todos ellos, de forma intima, saben que están marcados.

     Otros, le deberán decir que Rabiot habló con sumo respeto de él. 

     Algún Alexandros le deberá decir que quienes señalan a los de otra camiseta, como su enemigo; estos, en realidad, también buscan optimizar la huerta intima con sus músicas propias. 

     Christos aspirará un tomate, con la bella sangre que el huerto, trabajado por sus ancestros, regados por las aguas recogidas de la colectividad, le ha transfusionado. Le dirá a un joven Lamine, Ibhahim, Rayan no dejes que quienes producen, otros tomates, de la plastificación de las matas, de la extenuación de las tierras, de la desertificación de los manantiales, te digan que lo inmediato es el éxito. Ellos viven de venderlo, de comercializarlo, pero todo lo que te ha alimentado de amor, es lo importante. 

      Enfrente, aquel que te señalan, como vencido, sólo valoró tus esencias y te ánimo a que fueras a más y lo has hecho, para tu efímera gloria de hoy, su derrota que es un puntal más del edificio de respeto en el que vio estás creando unos sólidos cimientos. 

      Observa a las Katina, Agathi, en cada uno de los botes que envasan encuentran los aromas de todas sus vidas, de sus maridos, de sus hijos, de sus padres, de esa música griega que pusieron en una comida eterna en Thibas. Como ellas, tendréis que mixtar vuestras esencias con centeno o con cebada, pero has sabido aspirar lo tuyo. En ello, están también seres como Rabiot que siempre han soñado con mezclarse, sin olvidarse de su amor al fútbol.

      Mientras, el agua del río vuelve y te mece. Aspiras a que tenga cerca para ser parte de ella  

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y