Se puede encontrar uno, tullido por difíciles encuentros, desengaños o, incluso, porque no se eligió el camino adecuado y se pasaron por intrigantes desfiladeros, lo cual siempre aporta unos inconvenientes se ciertos enemigos están avisados.
Circulando por Badayoz, se encuentra muchos con carteles donde anuncian, con gran alharaca que sus sobrinos serían los primeros en descubrir el último terreno que queda sin explotar en la tierra.
Todo está en venta, aunque ande tirado por los suelos; se ha conseguido que hasta una sabandija esté sobrevalorada en el mercado de la especulación.
Lees en un periódico deportivo una noticia de un periódico comercializado. El primero, con gran alboroto señala el enfado del prospecto foráneo acerca de la turisficación de las grandes ciudades. A un vendedor no se le puede exigir otra cosa que poner en venta, incluso al lector. De hecho Lentini, Nota en su diario tiempo libre, vocifera el producto con una constancia que pareciera podría tirar los doce bolos con sólo su gesto oportuno.
Llega a Barcelona y como si se hubiera sacado la chorra, empieza a señalar, aquí Colón, aquí El Born, allí, la Boquería, pasen y compren, contra más, a la abuelita le quitaremos su panadería, al abuelo, le meteremos en un parque y a la sed, la daremos bidones de 100 tontaditos y a los mayores, fuentes, cara al sol.
Entre tanto, al "vende humos" deportivo, le triunfa un chico, ¡Qué gloria!, hablamos de sus padres, de su colegio, de sus primeros pasos.
Y a las hojas comerciales, le llegan aviso: ¡Tenemos el transatlántico más grande del mundo! El panfleto abre la boca, para enseñar todas sus tragaderas y dice ¡o sí,!, más, más y entonces a los ciudadanos que dan sangre y pálpito a esa ciudad, le tacha de eunuco, de grosero, de arcaico por no querer aceptar el progreso.
El crecimiento infinito, afirma. La abuela, mientras se mete en la piscina. llega a duras penas a la escalerilla, se gira y por la cristalera, se horroriza porque es donde se apostados los ojos de las cámaras sujetadas hordas de turistas, les muestra el dedo, el corazón, y al agua. Mientras le da oxígeno a su cuerpo y mente, pensará que pálpitos han recibido los alienígenas que ya salen a la siguiente en la que se debe ir de chaqué.
Algún furtivo entre ellos habrá sacado alguna foto de la Escuela Judicial; regresará a su tierra y cuando observe con más tranquilidad cada una de las tomadas, se fijará en ella porque podrá observar los fantasmas que allí aparecieron el cuerpo, para hacer que conocían lo que era la justicia: Para su sorpresa vera que eran cuerpos, sólo, materia; su espíritu, en tantos casos estará corrompido por su ideología y sus creencias, como si estás no apelara al respeto al ser humano y la doctrina no fuera esclava de los deseos de quienes se colocan en la cima.
Mientras Lentini que conoce tantas cosas de estas debilidades, se entretiene lanzando los white rusos sobre sus tragaderas, como si fueran zumos, aunque estrujando sus entrañas.
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