Están compañeras ganando su dignidad, perdiendo su energía. Descubren que su preocupación por tener unas condiciones dignas de trabajo, tanto para ellas como para su alumnado se ahoga en un maremagnum de sinvergonzonerias expelidas por los políticos que nos ha tocado vivir; asumidas como carroña por los medios de información que han decidido degradarse de su condición de generadores de conocimiento y contraposiciones para yacer, depravados, como engullidores de las palabras muertas de sus amos.
Se desaparece "la gran marea verde". La persistencia de un capital, siempre correspondido, que dona generosos recursos para la propaganda de sublimar lo liberal para mantener la gran mentira de una libertad de elección, sólo ejercida, por un lado, por esos centros seleccionadores y por el otro, por unas familias que han preferido empequeñecerse al querer tener servicios exclusivos que degradarán lo público en los otros; pero si, "son los otros".
Dice Javier Fernández Panadero, "lacienciaparatodos.wordpress.com" que estamos en el fin de la educación pública por esta falta de conciencia en lo que se nos están degradando nuestras condiciones de trabajo, para convertirnos en una mera especie aparcadora de niños que no deben molestar para la ejecución de un trabajo que los empresarios soñarían cada vez más precario.
Élites conscientes que necesitan una mano de obra animalizada, sin preparación para que puedan limpiar sus adyectas menudencias expelidas.
Tiempo triste por no ayudarlas, por vagar, ciego, desválido, solitario en el cumplimiento de unas ordenes que sabes son malvadas, injustas y sólo estudiadas para provocar hecatombes en el edificio de la construcción de un Estado más justo. Premedita acción de quien luego tomará el dinero e irá a servirselo en bandeja de plata a su amo, para que este acariciando su cabeza, luego le lance migajas con las que vivir y exhibirse
Triste color verde. Fue orgulloso emblema, por encima de la canallada que repetía pasos, para dar dignidad al trabajo del profesor inconformista y recursos al alumnado que debía volar con la justicia de tener sus propias alas, no cercenada por nacimientos, pagos o selectivos procederes. Nos cansamos, y ahora, sólo les damos nuestra presencia, que aunque entera y entregada carecerá del pulso de haber revelado las miserias a las que nos están llevando
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