domingo, septiembre 20, 2020

Tormagal. "No somos héroes", los Maestros

                                                                   Tormagal

 Oí alguna vez esa palabra y pero no conocí su raíz, ni explore las dificultades de su entendimiento, pero estos tiempos parecen dibujar la contundencia de la realidad descrita. Poca agua y piedras inmensas que parecen sedientas y se tragan con su inmensa boca, el líquido desválido.

Tiempos tristes para la enseñanza, no parece haber ni una conexión entre los seres que reciben sólo verdades absolutas; esos que achacan el problema de toda la sociedad a los asesores políticos (que si, que son un cáncer, pero localizado, persistente pero no mortal), pero no hablan del poder que tienen las grandes empresas, para controlar a esos asesores, y para obtener beneficios de las grandes necesidades de la sociedad. Educación, sanidad, transporte.

Dice “el Nega” del duo musical: los chicos del Maiz, que observa en sus amigos la desazón por conseguir cambiar el mundo. 

Leía el texto de Javier Ferández Panadero: “No somos héroes” 

 Javier Fernández Panaderos, "no somos héroes"

y si, me situaba en donde estoy ahora mismo. Mecido en placidez por un individualismo en el que navego por estas aguas turbias que amarga el paladar y produce arcadas por tragar tanto y tan grande

Mañana, me enfrentaré al enemigo de la desidía institucional que nos coloca a alumnas-os y profesor en la tesitura de no perjudicarnos. Marcaremos normas, tomaremos innumerables precauciones. Pero, como cientos de trabajadores que se ven obligados a encerrarse en metros, con frecuencias criminales; o en buses, a los que no les liberaron de las apreturas de la ciudad, mañana emprenderemos nuestras propias rutas. 

En medio, de fijarse en mas o menos parásitos que púlulan haciéndose necesarios, son las grandes empresas automovilísticas, las de servicios, las constructoras, las que no han dejado de seguir creciendo en sus ganancias, en su poder ejecutivo, somo uno, que sólo es zombie. 

Mañana pagaremos el despiadado diezmo para ellos, no para haber utilizado todos los recursos humanos, materiales (edificios) y logísticos que nos hubieran dado unas mejores condiciones. 

Sigo reconociendo a Javier, su acertado texto; no, no somos héroes. Sólo somos seres despreciados, hacinados en espacios minúsculos para ser pasto de brotes en los que nos vayamos sintiendo "masa con costumbres de vida insalubres" y por tanto susceptibles de ser contagiados, en consecuencia, seres inferiores.

 Nos propusimos enseñar; amamos enfrentarnos con el abismo por el que caminamos para que ellos, nuestros alumnos-as emprendan también sus pasos por desconocidos pasajes. 

Se repite de forma machacona una frase que me golpea desde hacer semanas; Francesco Tonucci, en una entrevista en el "a vivir" dijo que preguntaron a una niña de 9 años, Elisa (nombre ficticio) que había aprendido de esta época; dijo que nada, "que estaba estudiando".

 Con la perspectiva del balcón del tiempo, hubiera querido hacerlo mejor; no les insistí durante el confinamiento porque no me sentí imprescindible, pero me entregué incluso proponiéndoles retos con raíces personales. En el espejo, comprendo que no soy un héroe; exploramos caminos que fueron más parálelos que puntos de encuentros. No sé lo que deparará este tiempo, de tregua, que empieza. No les dejaré que piensen que sólo soy un sostenedor de sus cuerpos, liberados de la casa, para que sus familias trabajen. Buscaré y les haré participes de mis travesías.

Tengo encima de mí el cañon de una pistola Taser, último módelo; lo miro, a través de la historia, sólo es el agujero por el que el poder político y por tanto económico, ha lanzado o sus flechas o sus balas, o sus lasers para taladrar e insertar en los cerebros la sumisión, percutidas por cuerpos, que no les dejaré que crean que sólo son obedientes al pensamiento que les manda; ellos, tienen su responsabilidad, al empujar la broca de la violencia, con la alegria de sus sueldos, elevados para investirles de ejecutores.

Siendo tremenda esa imagen, aún es más triste la de alguien que se sabe en un velero, navegando en solitario, sin puertos en los que encontrar ni un amor, como diría la canción; ni mentes con las tejer una nueva sociedad. Nos han creado tantísimos micromundos de felicidad que, siendo de una debilidad pasmosa, sus muros, sus torres de cada uno de ellos, sin embargo pugnamos con denuedo para que, ilusos, se mantengan de por vida. 

Somo enseñanza pública viendo como deterioran con saña la Sanidad pública, con puñaladas a seres humanos, recursos y decisiones de maldad cíclica, como puede ser que al quitar centros de atención primaria; ahora haya sucedido que tengamos que recurrir a ellos y pagar a los saltimbanquis, los cuales primero, los asaltaron con la entonces complicidad de consejeros que ahora son abogados comisionistas de sus destructoras decisiones, para ellos siempre, productivas. y luego los mantendran privados para saciarse de la ubre pública. 

Colaboramos con lo privado, por nuestra propia comodidad; como tantas otras familias se entregan al  asalto de la enseñanza pública, porque las comodidades, las ventajas y sus manoseada libertad, que sólo es de nuestro dinero y de las directivas decisiones de sus gerentes, les proporcionan distinción e impagable rapidez, en lo nímio, dentro de este mundo acelerado.

 Si, empiezo a recordar. Aunque haya tenido que posponer escuchar la racionalidad de Juan José Millás, para ser degustada como el manjar que se me ofrece. "El tormagal", era un lugar, antes de la "Fuente de la Parra" en el camino de Poveda de la Sierra al Puente de San Pedro; nunca lo hicimos en piragua, ese tramo; lo decían más infranqueable que el nombrado así unos kilómetros despues, en nuestro accidentado descenso. 

Con las huelgas, que primero han promovido "Adepem" y CNT, desde el día 10 hasta el 30 de Septiembre que les cuesta dinero a quienes la realizan, y no es para su beneficio personal, sino como una perspectiva de mejora y dignidad colectiva. Con la que convoca Marea Verde, para el 22 y 23, me siento ausente, alejado; sabiendo de su necesidad. 

Soy un privilegiado, por trabajo, por gustarme y porque me permite tener unas medidas de seguridad, precarias, pero diferentes a quienes trabajan y viajan hacinados. No sé si es eso lo que me paraliza o es el desestimiento ante la desvergüenza, no de unos poderes políticos que sólo tienen fuerza porque son aupados y sostenidos por una capital que recibe beneficios y unos acólitos que mueven los botafumeiros para dispersar atenciones y ahogar voces. 

Son dos días de paro, nuestras economías personales, lo soportarán, nuestras mentes, ya no; no se expondrán a esas pistolas con gatillos deshumanizados, cuando después de eso, no hay encuentros, cuando existen batallas de egos personales que destruyen la esperanza para que después de años de matonismo, de saqueos, de exhibición obscena de un poder asaltado y robado, hubiera reinado un poco de la racionalidad de otra forma de gobierno que contrastara con ese capitalismo que abre su inmensa boca para acaparar los recursos, como las piedras del "tormagal" parecen abrir sus graníticos poros para absorver una agua que sólo metros después, vemos que ha sido devuelta a su cauce.

Si mi aptitud es rendición, lo siento; considero este año, como el primero de una siempre defensa de la enseñanza pública a mejorar; si un día, cuando entre tormentas y vientos rolantes, contemplo una flota de veleros que buscan un horizonte de dignidad y valor de la educación pública, no viraré, seguiré en ese rumbo común. No estoy seguro que ya quiera navegar como una escuadra. Si es así, lo sentiré, pero animo a todas a no ser "héroes", sólo capitanes, marineros, grumetes de embarcaciones que, cual Sísifo, siempre deberán estar pendientes de no perder el rumbo de una Educación Pública de todas para todos y con calidad. Ante todo, primero humana



 


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