martes, septiembre 15, 2020

Extraño tiempo

 Días en la espera, con trazos de final. Esperas la luz de los que investigan, pero tropiezas con los actos del día que te sitúan para conocer tus posibilidades. La Educación física, escribir, los tomates, los espacios, las cerraduras y al final, sólo quisieras tu beso encontrado en un bajel rumbo a nosotros. Rutas que se alejan o corren paralelas, y a estas, las buscas porque tú reír es abrir el abrazo en el desamparo. En este, en mi carrera, me hundo ante la imagen de nuestro conserje Miguel, que se nos ha ido en este intermedio, interminable que, por momentos nos ahoga. En Huetos, también Máximo, en recuerdos de niñez, siempre marchando, siempre trabajando y como último recuerdo de aquel mi primer tiempo en el pueblo, su boda con Teresa. De forma desprevenida surge un ¡Ay! porque la mente necesita soltar su pena y el respeto por su tiempo entre nosotros.

Extraño el grito de alegría, unos pasos delante, porque se atrevió a dejarme su derbi 49, encabritado caballo al que a duras penas domine para que quitandómela de la mano, luegos nos pudiera llevar a Fuentelahiguera, dónde él encontraba su mundo, esas mujeres que tanto nos han gustado pero yo, sólo observaba, raro que no bailará o fuera el payaso que había sido en las clases, en los patios, en los dormitorios, calmados a hostias.. Aunque el mundo me parecía marciano. La derbi de manos, yo amarrado al miedo en su manillar y él, sabiendo que una y no más.

Se apaga la carcajada. Tiempos compartidos, para ahora, tratarles en homenajes de entrega y descubrimiento en uno mismo, en los demás, a los que, cada vez más, cuesta querer conocer. Días

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