sábado, septiembre 26, 2020

Más dignidad en un tomate marchito

Eso me digo cuando tengo que tirar para adelante con los tomates. En Abril, me acuerdo de estos días de Septiembre. Existen muchos tomates que no les va a dar tiempo a madurar para poderlos recoger y eso me entristece. 

Tengo dudas, y me digo que para estos sofocones otoñales, mejor es no emprender el camino. Ya se me han olvidado todos estos maravillosos tomates rojos que he tenido hasta ahora y que tanto ha gustado a gente tan diversa

A algunos miembros, poca miembra, diría aquel, le debe pasar lo mismo, llegado a su fin hace dos años, al alargado tiempo de su estancia,  de  una manera artificial, en el CGPJ. 

A mis plantas las miro con pena, porque son las bajas temperaturas y el poco tiempo de luz, la que le va eliminando en sus posibilidades de supervivencia. El dolor es mío por el recuerdo de lo que me ha dado y las posibilidades que tenía de comer un manjar, sin química, sin adulterar.

Cuando estos magistrados buscan alargar su tiempo, de una forma tan desleal, traidora. Me pareciera que ellos mismos debieran dar dignidad a sus puestos de trabajo, si creyeran en la esencia de él y el respeto a la gente de todo un país

No hay nada más dañiño para el prestigio de un tomate que verle hinchado por pieles que no tienen aroma pero si una dureza excesiva y un sabor sin palabras que le puedan describir. No dudan en saber que su tiempo se ha pasado. Saben que su desaparición, o incluso entre los más cuidadosos, el guardado de las semillas para tiempos futuros, les darán un prestigio y volverán a crecer de la forma esplendorosa como se han presentado ante nosotros este año.

Imagen pueril es la que da, quien se exhibe fuera de su tiempo, sólo con el afán de pudrir una institución, además creando semillas que les darán frutos, pero por fuerza tendrán la mácula de ser  mentirosos y en esas semillas estará impregnada la putrefacción arraigada para fijar en sus raices.

Ni un tomate puede ser el rey de las plantas perennes, ni un poder judicial debiera aspirar a permanecer y nombrar jueces, sólo por el hecho que un poder político le este utilizando para mantenerle en un estado que, por fuerza, le engendrará para su poder con un mantillo de putrefacción social

Ni un rey desleal, con su trono enquistado en una sociedad a la trata de manejar,  puede dar dignidad a quien destruye la justicia con su parcialidad


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