viernes, septiembre 11, 2020

Patricia Simón en Moria, LaMarea. Periodismo en compromiso

 Patricia Simón en Moria. LaMarea

Dice Magda que el incendio de Moria, pilló a Patricia Simón, allí. En sus vacaciones ella visita las calles desmadejadas, las tiendas, sin calor, que apenas para el frío; los servicios expulsados en algun espacio para aliviar el cuerpo y degradar la dignidad.

Aquí, un día nuevo nace; nos preparamos a ir a un instituto, donde lo más cercano a la prevención es un número de loteria, al que en este caso, no deseas que la suerte te visite. 

Moria es la plena parábola de Europa, brillante, vetusta, llena de espacios significativos que se está dejando destruir por la cárcoma, ante la cual duda. Nuestros bichos, nacieron en nuestras cunas y con su incesante e incisivo mordisqueo va horadando los cimientos que creímos sólidos y sólo eran de una madera preciosa, pero débil ante los capullos que iban creciendo entre sus vetas.

Como salidas de un lupanar montado por las bestias del exterminio, aparecen hoy, los frutos de esos huevos inoculados en los cimientos que no fueron cuidados con los aceites, de unos impuestos justos, desquitando a los ricos la enormidad de su dinero que tanto fecunda la sinrazón; ni fueron lubricados por la muestra a las personas de la humanidad de cada uno de los seres que habitan junto a nosotros.

Por ello, ayer, animalizadas en su reacción, tres jóvenes vociferan como heroinas de los ratones que adoran a sus gatos, que esperan sean sus protectores, contra seres en transición que desde sus tierra, quizás también sufrieran la violencia de otras ratas, elevadas a defensoras de su gatunos amaestradores para la muerte de una sociedad.

Moria, tan nosotros que seremos carcomidos por los bichos de nuestros silencios, si no les decimos a nuestros gobiernos que temer a los empobrecidos desnudados y mancillados, es nuestra muerte moral y tras ella, aparecen los amorales que portando símbolos, destrozan sociedades.

Tendamos puentes de encuentros para que a los europeos no nos encierren en nuestras islas de seguridades deshumanizadas. 

      

 

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