No puedo asistir impasible a mi lucha con dos tomates de dos de mis plantas. Han crecido bien, separados; hubieran necesitado una mayor atención por parte de mis ataduras para que el Sol les mostrará el poder de su calor y el suelo, no les absolviera con su tierra húmeda que pudre. Pero, parece que me conocen y con esas deficiencias andan creciéndose por un lado, ya poco, y sobre todo madurándose, que es lo más bello que puedes ver en un tomate, antes marciano y por tanto, sospechoso de portarme a cualquier otro estadio de mis emociones.
Septiembre ha llegado, como me viene al corazón la canción de añoranza de los hermanos Cubero, por una de sus parejas que murió. Bello amor y fuerza para continuar con su "peque". En el pueblo, con ligera amenaza de frío, sigue la maravilla de madurarse y ofrecerse para que yo, a su vez, se le ofrezca a personas queridas.
No puedo, sin embargo, permanecer impasible a la tensión que he visto entre dos de los productos de diferentes tomateras. No me lo esperaba, pero claro, ni en este mundo floral se puede estar ajeno a muchas de las diatribas que se lanzan en los medios de incomunicación, en esos casos.
Fijense, la posición, uno de ellos, pequeño pero creciendo, eso sí, en un estrecho margen. Madura muy bien y tiene un color rojo, que en un rato hará que lo lleve para casa, o que no llegará a ella y visitará una ensalada deliciosa o una rebanada de "pan tumaca". El otro tiene una posición de privilegio, se exhibe arriba, con profusión, y como si fuera un girasol, parece recibir el Sol en cualquier momento del día y de forma directa. Nadie podría aspirar a más. Eso si, parece que de un verde intenso que le ví, porque destacaba por encima de todos, está pasando a un blanquecino verde, que mi experiencia me ha hecho sospechar.
No se lo van a creer, pero es este último el que le lanza imprecaciones a "tomatito"; les pido permiso para poder poner aquí, algunas de las palabras arrojadas en esta catarsis de transformación: rojo, insumiso (me imagino porque casi parece dar la espalda, entre tanta vegetación al "solecete mayor"), piejoso, no le llega el agua igual entre palos y matas. No conforme con esa fijación parece que de la planta del "tomate Sol", se desprenden ramas, cada vez mayores para caer "a peso" sobre nuestro tomatin. Le rodean, le acosan, parece querer justificar tanta inquina porque te fijas y el color, ahora que le llega el primer rayo del día es bellísimo, en que ha tomado un buen apoyo en el suelo, y que además es regado con un agua que se queda, con su rico sustento, como una sirena en una piedra para atraer al bello efebo que soy yo, cuando bajo los ríos.
Estaba a otras cosas, los preciosos calabacines que si te descuidas se convierten, en porras, fruto de su primera imagen, soberbia, que les ha hecho perder el norte y ya engrandecidas, sólo son útiles para comidas, ricas, pero menores. Veía a las cebollas, que este año, en mi mayor paciencia, no sé si superior conocimiento, van agigantándose en tamaño y acaramelado sabor que le sé imprimir.
Me he tenido que volver, e iba a lanzarle alguna imprecación a este estúpido "mayorcito" que hacía gala de su grandiosidad y su lugar de privilegio, pero cuando me he fijado con detalle, acercándome a él, he comprendido su desgracia, el gusano que me había atacado, pocos tomates, pero con ensañamiento y sin piedad, había entrado en él. Hubiera querido tener una cierta piedad hacía él, pero no se dejaba.
He notado, que como al primero que descubrí con ese mal, estaba perdiendo su piel, y esa maravilla de hace unos días, mostraba, sin ella, toda la podredumbre que anidaba en ella. He buscado, porque lo merecía alguna parte que no hubiera sido infectada. No la he podido encontrar. En su grandeza, en su posición de privilegio enfrente al Sol y por encima de ramas que le pudieran tapar en algun momento, ha encontrado también, su miseria. No quería que infectará a otros, lo he arrancando y arrojado al pudridero para ver, si al menos, puede servir de abono en años venideros.
No sé, si eso será así, desposeído de su punto de conexión con la planta, a través de su rama, seguía, atacando al otro. ¿Tendrá capacidad de pudrirse en buena lid?
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