sábado, septiembre 05, 2020

Las "Avis" y Dylan

 Verano para ascender un tramo de un río. Costó mucho tiempo tener una cierta habilidad para superar esas corrientes que queriéndote arrastrar aguas abajo, ahora las utilizas para que te lleven a uno y otro lado, donde encontrando contracorrientes, remontar se te haga más fácil.

Hoy primer fin de semana de Septiembre y vuelve Javier del Pino, en "A vivir" y lo primero ha sido, con Lourdes Lancho, corazón y profesionalidad, ir a buscar a las "Avis" Ana y Paquita, para que cuenten este tiempo que han pasado fuera de sus rutinas diarias en una Barcelona, llena de sus mundos, de nietas y actividades y que, por contra, ha sido una desconexión con un mundo en el que, ahora, sienten que se van, nos vamos, desapareciendo. Tienen muchos mundos por vivir y desde luego no son los que les anclan a una televisión que les amordaza con una mezcla de sadismo, “buenismo” y maniqueísmo

A la "avi" Luisa, hoy la vuelvo a su Barcelona, desde sus cunas Riba de Santiuste, aquí se retoña en savia de tierras húmedas, los días que la nacieron y los ama, entre las generaciones que anuncian futuros, temiendo su presente. Allí en la gran ciudad de su corazón, de su hermana, sobrinas y sobrinas nietas, cabalga los ruidos para encontrar su espacio y rebelarse contra el silencio a la que le ha obligado este tiempo de confinamiento. 

Cómo las dos "avis" que han hablado en el programa, sienten que ese tiempo encerradas, les empequeñeció, que sus ricos mundos fueron cercenados por una globalización que les estalla los lazos que ellas tienen con los cotidianos mercados de barrio, con el parque por donde pasean o en el caso de Luisa, por su espacio "sportiu" por dónde navega en la placidez de sus años, para remar con los palos esos que, a veces, parecieran anclas; para explorar los límites de su liviano cuerpo con los pasos que esos jóvenes "majetes" que llevan el cariño en sus suplicas-implicaciones para que ellas suban esas piernas que quisieran echar raíces antes de tiempo.

Se acerca el frío y las "avis" del pueblo empiezan a desfilar para ser cercados por las habitaciones de ladrillos industriales que les fagocitan durante un, cada vez más largo, invierno. Pero ellos no les dan los pálpitos de los muros que hicieron, mucho tiempo hace, sus también "avis", que entonces viviendo en el pueblo los pintaban de sudor, miedos, incertidumbres, encuentros y esperanzas, que aparecieron separando a los suyos, de forma irremediable pero, siempre dolorosa. 

Me levanto con la sensación de vivir en una inmediatez. "¡Qué prisa tienes! me lanzan, Julio, Benito, Faustino, Basilio, que ya se fue para Barcelona, Flores, se me escapó sin avisar, subiendo yo, ansioso de su otro vaso de vino, que me retuviera junto a su cariñosa presencia y su confirmación de estar yo muy loco, por mis horas de huerto o mis carreras para volver al mismo sitio. 

No les sé responder, sólo marcho al huerto porque allí, soy un poco ellos, los que en esta despiadada época, se nos han ido: Aurelio, Isabel, Gerardo, Florencio, Santiago, María. ¡Qué incesante lista!. Vivido el dolor incrustado en cada uno de los suyos, que les acongoja, que les enfada para pedir explicaciones a este tiempo, silencioso, inexorable. 

Yazco en una tristeza que con el nacimiento de los tomates, de las judías, de las berenjenas, de mis esmirriadas patatas, parece decirme que lo que hicieron ellos, lo que hago, es el amor a la vida, a los suyos que ellos tuvieron. Pero este año entre las plantas,  también he sido un poco urbanita y me he puesto a Bob Dylan mientras caminaba entre las tomateras, con alguna rama que siempre se me hunden, algún calabacín que se esconden entre las matas de sus hojas-pelos, que a mi se me escapan. 

Correr para dar un tomate a Basilio, a Mauricio, ¿puede haber alguien más vitalista qu é? que parece comerse el libro para seguir explorando mundos, porque sus viñas se hicieron molinos gigantes?. Porque con Dylan siento que me embarco cada día, desde un puerto diferente, para enraizarme con las gentes que me rodean; vuelvo a soltar amarras en hoy, mi alba, que para Benito habla sido ya su medio día, para oír como empieza el "A vivir" de otoño, invierno, primavera. Si, leva anclas el programa con sus señas de identidad: el ser humano, "las Avis". Todas, las que andan dentro de un muro, al que la mente pinta de colores inaccesibles para la comunicación, pero con nuestra voz y escucha debemos derribar

Celebro la vida de la "Avi", Antonia la que no necesita hablar de un presente repetido, aburrido, oscuro de comida, silla y dormir. Si querrían ella, muchas, que en nuestras interrogaciones, las llamáramos a una vida en la que vuelven a ser las niñas que vieron como se llevaban a sus mayores, apresados; castigadas ellas a empezar sus vidas con las ausencias de unos brazos que las alzaban para vanagloriarse de los frutos del amor que ellos habían sembrado. 

El programa siempre busca, como en esta época, harán los "seteros", los motivos, las soluciones para tanta experiencia, pasión, ruido, y querer renacerse que aún anidan en las semillas de los corazones de las "avis"; llaman a un psicólogo que habla de como ellas pueden llamar a otras mujeres, otros hombres, para que los muros no les vayan bajando su mirada y comprimirlas hasta tapar el horizonte que un día tuvieron. 

A las "Avis", les importará un bledo las fusiones nucleares, como las fusiones bancarias. A estas, esta semana, la han dado un tratamiento de "maná" único para nuestros problemas. Un día, de estos raros acoplamientos, saldrán sus empresas de servicios, con fotos postales pero que en su realidad volveránn a aparcar a nuestros "avis" en cárceles de lujo y de mirar sus paredes impolutas de trazos sin pálpitos y escucharán las voces mercenarias para escupir piedades, caridades y piedras de molino que paralicen sus piernas o las ruedas de sus sillas. 

Fusiones que gotean sangre succionadas; "Avis" con corazones de niñas que quieren soltar las cadenas que atando sus "mayoress", rasgaron sus necesidades de abrazos y empujones a enfrentar la vida. Harmónica para diseñar futuros por los que ellas, nunca se van.


"

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y