Hubo un tiempo en el que ir al instituto era viajar a descubrirse en medio de ojos exploradores, podías estar cansado de un viaje en el que las piraguas habían buscado tu limite; pero al llegar allí, ¡vaya, vaya! era adictivo querer compartir con aquellas adolescentes, el como creías debías dar lo que se tenía que enseñar con mentes viajando por mil mundos.
Ahora, se acabaron esos festivales; el verano es nuestro invierno musical y ya no se volverá en Septiembre.
Otras, como Olivia Rodrigo, tendrán su Robert Smith, compartirán sus experiencias y harán de sus enseñanzas un festival para renovar el Friday, I am in love aunque burócratas traten de hacer la enseñanza un lugar insalubre y carcelario para espíritus inquietos.
Devolverles búsquedas por otros caminos, no como ahora que están tan lejanos por ir paralelos sin ningún punto para el encuentro. Existen alumnas que al cambiar de centro narran como se han encontrado con otra dimensión de ellas. No pierden el afán por pasar de curso, por atender lo que les aportan tantas profesoras pero además convierten los centros de enseñanza un punto de encuentro con su dimensión de persona, quitando los barrotes en los que se les encaja de repetición de tareas, escucha de enviados de dioses y mecanicismo sin empatía.
El Friday de Robert es transformado por todas las vivencias de un ser humano llevado a los altares de los que es difícil salirse sin caer en pozos donde el agua se arremolina para ahogarte. Su voz tiene su transformada personalidad. Olivia hace vibrar la canción en un reconocimiento a quienes estuvieron en el imaginario que la ayudaron a navegar por pequeños escenarios de bares y teatros para encontrarse ahora con sueños realizados.
Que reposen los guerreros, que se embarquen las marineras por otros universos y lleguen a planetas en los que ser ellas, renaciendo en mil partos que no siempre las llevará a mil mundos pero si a tener experiencias para trazar los rasgos de un cuadro que apenas las contiene.
Ni uno sólo de los niños-as genocidados en Palestina renunciaría a esos renacimientos. El fanatismo los asesinó y dejó su poso sobre quienes desde su niñez y adolescencia son adoctrinados para el odio.
Se han llenado de días tristes, en lo que todo parece dar igual. Dejemos descansar hasta el infinito, que siempre se agota antes de lo previsto, a la adolescencia. y que sus lunes se compartan por quienes sienten amor por la mutua enseñanza.
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