lunes, junio 23, 2025

Vaya giro

 Entre difamaciones, puestas a la luz por la voz y los dibujos de los pequeños, transcurrían los días, golpeando el Sol con la virulencia de las aguas fecales de las palabras de los que quieren mandar pero nunca ser responsables de nada. 

  No tenían ningún complejo porque sabían servían a quienes poseen el dinero que no quiere decir la dignidad de crear un mundo posible. Ser parte de una maquinaria deshumanizada les hacía creerse en un trono que sólo se sustentaba en el trabajo de quien, por ejemplo, se creía que era libre, trabajando con 84 años. 

¡Cómo no le iban a dar portadas!, era el sueño de todos esos nigromantes con bolas trucadas por el dinero tomado de la sociedad, por los millonarios que lo amansaban con la codicia de psicópatas, creyentes de lo terrenal, para que lo etéreo que vendían, para el conformismo, a sus esclavos, calmará las rebeliones ante tanta opresión.

  Quienes no sabían de la misa, la mitad, se permitían, bajo esa capa de falta piedad y misericordia señalar a los demás, para que sus nombres se elevarán entre los altares de las miserias cotidianas.

   Había quienes miraban deslumbrados por las apariencias, sin darse cuenta que habían formado parte de un modo de latrocinio siempre común entre quienes sirviendo al amo, saben que pueden tomar las migajas con las que conforman una vida de retórica y filibusterismo.

   Los ríos de tinta, financiados por quienes han sido agraciados por el dinero de lo público, se convertían en pozas sépticas de las cuales salían flores con el suficiente veneno para alejarse de las orillas de los cauces donde los cuerpos se exhibían, impertérritos ante el daño que pudieran hacer a los demás, las taimadas frases de los oráculos que sueñan ser dioses.

   En un soto, una cierva deja de huir y descubre que los pesados pasos que transcurren a su lado sólo tendrán fin en una vuelta que habrá oxigenado mentes en viaje.

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