viernes, junio 20, 2025

Menos alharacas

 Se buscan reacciones cuando Penélope habla de los días sin fín; no creo que fuera para tanto pero su madre me permitió hablar de los problemas que había tenido para aceptarse después de haber sido denigrada por aquel insensato, ajeno a los hechos que narraría ella

  Nadie pensaría que aquella anécdota, really? se pudiera magnificar de aquella manera, pero había ocurrido.

   Lucas se sintió ofendido, con todo su derecho, por haberle buscado las cosquillas en dos momentos muy puntuales.

   Penélope cómo en la canción, era feliz con aquel grupo. Podría las manos en el fuego porque todas ellas trabajaban con una eficiencia que le hacía amar su tarea. El que las circunstancias de como se colocaban para atender hubiera dado la oportunidad de realizar ese acto, no era ningún atenuante, tampoco, creía ella, agravante porque todo estaba hecho dentro de aquella sala.

  Cuando aquello se repitió y, aún sin darla ninguna importancia, se giro y vio la catástrofe que había provocado en Lucas, sintió abrirse el suelo bajo sus pies, esa caída inesperada la hizo no tener los reflejos suficientes primero para disculparse con él que había sufrido una acción no consentida y que le había producido una gran ofensa para su persona y luego hacia ella y todo lo que suponía que aquello, lo que no había concebido jamás como ofensa, sino una inconsciente toma de confianza, la llevará a guardarlo como un secreto que es el mayor daño que una se puede hacer a si misma. 

  Por mucho que otras personas , convencieran a Lucas y su grupo que no había existido ninguna maldad, aunque si mucha inconsciencia e irresponsabilidad. 

  Ella, se había refugiado en su hermético mundo del que salía para comunicar con quienes consideraba las personas más importantes del mundo de los que tenía una responsabilidad.

  La ayudaron, pero con el tiempo fue descubriendo que aquellos dos instantes y la posterior adjetivación de su acto como algo rellano a lo cruel, la habían abierto unas grietas, que se quedaron dañando el edificio de su personalidad, cuando tiempo después, quiso remediar poniendo unos parches en el lugar inadecuado comprendiendo la maldad de la que se puede rodeado desde la más tierna infancia hasta el descerebrado que se ha acostumbrado a un cargo al que nunca debió llegar.

  A Penélope aquello no la aliviaba pero había querido ni entonces ni nunca quedarse anclada porque chismosos sin información quisieran hacer de un atisbo de todo aquel espacio abierto, el infinito en la que la enterrarán, no era ese su sino, la guiaba el siempre seguir aprendiendo. Ahora sin las alharacas que te concede una edad sin límites 

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