Caerse uno, también las gafas y empezar a ver otro mundo, se sucede de una manera que sólo lo podría explicar alguien ajeno a la moral
¡Page!, me grita el gato del vecino y le reconvengo por meterse en asuntos que altera a unos cuántos, que terminan perdiendo su falsa compostura, con una llamada desde sus infiernos.
Ahí anda el maldito tobillo, volviendo a las andadas, pero ya sabe, a pan y agua y para adelante con todas las debilidades, las de antes y las que ahora nos puedan dibujar.
Roque, mi perro escucha con atención el viento que pasa por las patillas de las focales, no le permiten saber el rumbo, por eso orzar o arribar puede ser una de las opciones a tomar y eso de alguna manera, vuelve loco a sus seguidoras perrunas.
Si dejamos al margen las ensoñaciones de mi gato y las desorientaciones de mi perro, apago la luz, para contemplar el visor de alguien camuflado en la noche, pudiera ser un faro o una indicación de que estamos aquí, ¡campeón!
Entonces entra Born to Run; hoy no hay podido ser, ni tan siquiera tocar lo necesario para atisbar la nave A love supreme de John Coltrane. Correr, ha sido proteger y limpiar unas viñas que son pasto de animales y un tiempo abestiado.
El aire de la noche espera que le atiendas; las ondas invasivas se han apoderado de la atención y se suceden imágenes fluyendo para que te desemboquen en un vertedero de un tiempo tomado.
Hoy, incluso ese saxofón amenazó en quedarse aislado, ante la efervescencia de la naturaleza que amenaza a ahogar en unas tierras convertidas en movedizas.
Callejeando por entre las cepas llega la aseveración fatídica, que tanto teme, que tanto ahoga; el sol que golpea con severidad para dejar el cuerpo tendido en la hierba brutalizada al amarillo de una forma abrupta, incluso se asusta.
El camino de la Tormenta se corta hacía un conformismo con
Son todos iguales
Y te agarras a Backstreet y le cuentas a un nuevo Terry, no es así; eso es lo que quieren de tí, tu abandono; no quieren convencerte, quieren que desistas de participar en una transformación de la sociedad, tan necesaria, tan urgente.
Ese será su gran logro, el otro ya lo tienen conseguido, lo suyos van a votar porque han conseguido impregnarles una imagen como algo definitorio para su fidelidad, el hermano de Pedro Sánchez, David siendo la representación de la corrupción. Lo piensa así, lo asimila y la introduce en una conversación de bar, con alguien cotidiano. A este tertuliano nunca le preocupara saber que le han mentido, recibirá otro premio para alimentar su imaginario.
Eso es su éxito.
Participan en ello, esos condes, de territorios tomados por la poderosa y conformista cotidianidad que aparecen en sus tronos para negar legitimidad a gentes que no creen en esa estructura con esos serviles reyezuelos, pero que contribuyen a conformar una sociedad donde se proteja la sanidad y la educación pública.
Son tan miserables que les hacen el juego a quienes ellos saben corruptos; a quienes conoce al dedillo y de quienes luego esperará recompensa como el perrito que se queda meneando la cola por su última gracia que sabe les complace.
Existen riesgos, Pablo Hasel sufre la contundencia de esa estructura; ser nosotros mismos, siempre nos agarraremos a
A love Supreme,
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