Van Morrison se escapa mientras su voz y música rellena cada espacio de la mente.
Existen ruidos y abrazos que rasgan la dignidad de quienes los lanzan y los buscan; ambos amarrados a una desvergüenza monetizada
Una sustituta de un desinformado se cubre de gloria mientras arrastra su traición para quienes trabaja: su alumnado. Quién pontifica se escondió, nada que arrojar en cara. Detrás Asturias, el profesorado arriesga por ellas y sus alumnas. En el resto, concentraciones y manifestaciones de corderos conscientes de ir a ser desollados.
Perdimos hace años; cuando tienen el poder devoran la honestidad sin complejos. Ante su público esta está en las apariencias y en eso son únicos, en el transformismo.
Se esconde el sonido del saxo, es celoso, nunca le diste todo lo que te pedía. La Residencia ha sido testigo de un naufragio épico, por encima incluso de la manifestación de los que no han elegido la democracia
Los caminos son áridos y al final no atisbas el Hotel California; a los Eagles los escuchas escurriéndose en el tiempo y hoy en sofá Sonoro comprendes más las claves de su ruta de salida.
Nadie en tres años entra en un mundo donde las claves son la precisión en la escucha, en la ejecución, y el encuenntro con los pequeños mundos que deben crear la perfección de un universo de sonidos.
En días dónde todo esto queda tan lejano, los pequeños pasos son necesarios. Allí a lo lejos, todo lo que Van Morrison ha dado a la música, aquí, la perspectiva de sendas casi inexpugnables que necesitas desbrozar con cuidado y amor a la música
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