miércoles, junio 11, 2025

Un lápiz y una goma

 Aparecen un lápiz y una goma junto al cráneo agujereado de un niño. Acribillado después de la guerra civil. Ahora y entonces mentes abducidas, manipuladas, perversas ejecutan y asesinan a posibles enemigos.

  Durante días enteros, de forma continúa se habla de la perdida de la libertad, mientras se insulta a un presidente del gobierno, se toma la televisión de la comunidad a la que perteneces y por todo ello, se proclama un universo que has conseguido crear con camisetas de hooligans que desde fuera, muchos creen todos son iguales.

  Han conseguido aburrir a quien podría pensar en contra suya. 

  Es un bombardeo de noticias, como se producen los más graves, los de los campos de Gaza. 

  Se persigue lo mismo, destrozar, en unos casos la vida, lo más importante; pero por el otro lado, la capacidad de raciocinio, con verdaderos killers que no les importa para nada la verdad, por supuesto, pero menos aún la vida de los demás, de los que no pueden manejar, ni necesitan

  Buenistas se jactaban que los genocidios perpetrados por los alemanes durante la segunda guerra mundial, ya no podrían volver; habríamos aprendido, nos trataban de relajar

   Nunca pasará esto; existen los mismos tipos de personas, las mismas necesidades y los mismos canallas que fabrican las noticias necesarias para que de esa desorientación siempre puedan ganar los poderosos. 

  El foco, el peligro nos hacen creer que está en el lápiz que dibujaría una montaña, un sol y una mamá siempre presente y no en el avión que aparece con los amos de la vida y los dioses de la muerte que destrozan la libertad para que perviva sólo la suya y las de sus secuaces y abducidos que se agarran a sus panfletos y altavoces con el fanatismo de creerles profetas, cuando son mercenarios goebbelianos en busca de fortuna y supervivencia.

  Aquel niño no pudo usar más la goma, porque hubiera eliminado el avión, la fabrica y quienes se lucran con el odio que ellos mismos generan.

   Las niñas de Gaza, los niños de cualquier parte reciben el veneno de los poderosos y del silencio cómplice de quienes piensan que nunca les llegará a ello. Aunque sean conscientes de la violencia de la que se nutren.

   Como a Federico, como Rachel Corrie, como a nuestro héroe y su destrozado el cráneo por alguien que viviría una vida tal normal como embrutecida. A los primeros, siempre semillas de nuevos actos.

   A los segundos, contemplarles en su miseria, aunque haya descendientes que quieren borrar de quienes viene.

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