Pagamos incluso a los que nos sangran lo público.
Es la democracia un estadio en el que se protegen los tiranos embozados entre medios que los maquillan con mercaderes, chamanes desacomplejados y meritorias que dan el pego como aquella Cristina que apareció para ironizar con sal, lo que ahora defiende sin vergüenza alguna.
Un día cualquiera te han puesto las elecciones; durante meses, años te has ido nutriendo de las noticias que te van expulsando desde las consejerías que subvencionan las televisiones públicas que han tomado con la libertad que les has concedido que no tiene nada que ver con la otra parte, que casi nunca aparece, y si lo hace es en una condición de sumisión ante el ataque recibido. Tu miras la televisión de Madrid y te dan ganas de escuchar "la rebelión del Cante" por si algo se puede arreglar entre tanta sumisión a la ama.
Y eso es con lo público, pero un día estás sentado, en estas cosas es mejor estar con tus posaderas en una silla y oyes a un político decir una burrada, con la siguiente apostilla es que ha sido publicado en prensa. Parece una afirmación inocente, pero tenemos generaciones que se acostumbraron a ver la televisión, porque era de lo único que podían sacar información, junto con la radio y algo indefinido que era la prensa escrita, de la que se extraían los titulares, que podían no coincidir con el cuerpo de la noticia.
El asesor, con sus conocimientos sociológicos sabe que esa generación les dices "es que lo ha dicho la prensa" y tiene palabra de dios, que luego van a una iglesia venida de una dictadura sin ningún complejo, lo confirma y al batido sólo queda darle vueltas para ser digerida como bebida rápida.
Ese político que ha hecho una información reconoce no tener ninguna autoridad, la única que se le da es "esa prensa". Ya, si no han podido huir de algun periodista "tocapelotas", de vez en cuando tienen que explicar quien es esa prensa: okonodiario, el debate eclesial, the objective cuando salí "to rico", y todas tienen una cosa en común, son subvencionados, por cualquier excusa de promoción, por las administraciones públicas de esa derecha liberal.
El círculo se cierra: "necesitan que alguien, en teoría ajeno, haga una afirmación sobre una barrasada tuya, aparece ese ente, protegido incluso de demandas, la suelta, porque sabe quien es su pagador.
Ahí tenemos al político, que por casualidad ha leído ese periódico que no es capaz de leer ni el más salvaje de los animales que tengas suelto por los diferentes pastizales donde han crecido cardos. Ese hombre público ya ha soltado lo que necesitaba poner el plato de esos crédulos que describimos antes y ¿ya está?
No, en nombre de la libertad de expresión, que no consientes en esos medios públicos para poner en medio las opiniones contrarias, metes en la televisiones o los eternos pedros josés que han seguido acudiendo a esos platós tras no haber sido apartados por ser terroristas mediáticos a lo largo de sus trayectorias periodísticas. Y si no los tradicionales, vas introduciendo a machos o hembras cotorras que hacen ruido sin parar. No les importa el mensaje suyo, porque no hay, intentan que no haya ninguno del otro lado.
Al final lo que entendemos es que hemos pagado con nuestros impuestos a toda esa caterva de mamarrachos. Y es que "a escote parece que todo el mundo paga poco"
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