domingo, mayo 04, 2025

Costumbres

 Existen costumbres respetuosas con la realidad, que hoy Nieves Concostrina esté en el "avivir" para hablar de las nefastas consecuencias que tuvo la restauración borbónica cuando se acababa de instaurar otra dinastía extranjera con José Napoleón I es una certeza que ha vuelto a explicar nuestra querida periodista. Hoy, por las características del programa, la explicación no ha sido tan extensa como lo fue hace varías semanas. 

   El salto que estaba dando España y, más claro, en Madrid, era grandísima y necesaria. Desde quitar el control de la Inquisición y de la Educación en est país, hasta sanear una ciudad como la capital con acciones tan contundentes como necesarias que era tirar a bajo barrios enteros para que de esta manera se pudieran dar un avance en la higiene comunitaria.

   Existe otro tipo acciones repetidas que, también, son muy difíciles de quitar. Si durante generaciones, se ha dispuesto de un espacio público, pegado a una casa deshabitada; y cuando se dice pegada, lo es en el sentido de la palabra, pudiera ser comprensible que esas personas arraigadas en esas costumbres, no sientan que cuando una persona ha pasado a ocupar esa casa, ellos podrían continuar haciendo lo mismo. Puede suceder en una ciudad o en un pueblo.

 Si ese espacio de tiempo ha sido, concretando de 50 años, puede haber abuelos que jugarán, incluso sobre la pared de esa casa, pero, parecen haber olvidado, por ese espacio tan exagerado de tiempo, que era en un horario muy preciso, de tres o cuatro horas, como máximo, al día.

  Sus hijos pueden que vivieran esa transición, donde ya no vieron a nadie viviendo allí, y donde además, ellos, se convirtieron en la generación que arraigo en las ciudades donde se marcharon, primero terminando sus estudios y luego trabajando lejos y utilizando los días libres de asueto para venir a ese espacio que habían abandonado siguiendo a sus progenitores pero ocupando la mayor parte del tiempo para el ocio y donde contemplaron que construir un muro, unido a la pared, podía ser el centro de sus actividades de recreación, sin horario.

   Cuando han ido desapareciendo los abuelos y esas generación que vivió poco o nada en el pueblo, se han encontrado con un habitante en ese domicilio, les ha costado tener empatía, porque ni ellos-as, primero tuvieron ningún limite y los primeros años de sus hijos-as, tampoco. 

   A esa exagerada falta de contención, se le añade un Ayuntamiento que no empatiza con quien sufre ese apabullamiento de horas de golpes. 

   Sabe esa entidad, que ese lugar fue una cesión generosa de los antepasados de quien ahora la posee, pues dispone de un balcón que daba a la plaza, a la altura del primero piso. 

   Sabe que no cumple más de una de las normas que tiene que respetar cualquier equipamiento deportivo dentro de un pueblo o ciudad.

    Y desde hace, al menos, cinco años conoce todo el trastorno que produce su forma de actuar. Siempre se puede afirmar que es una minoría quienes les cuesta comprender todo lo anterior explicado.

    La tarea de quien ha querido gobernar cualquier ciudad es realizar pedagogía y contemplar la posible resignificación de un espacio ya que no cumple el fin para el que fue concebido:

    Jugar durante un corto período de tiempo, como asueto para personas que habían dedicado toda su jornada a duros trabajos.

    Que personas con muy buena voluntad, cuando empezaron a ver esa transición intentarán proteger esa casa con un muro, conectado a ella, para evitar los nuevos inconvenientes que estaban percibiendo: no control de horas de juego durante ese espacio, es loable, porque como afirmaba no hace mucho uno de ellos, aquello era para jugar a la pelota mano o el frontenis, que ya se había empezado a abrir paso, me imagino que por Santana y Orantes, hace esos 50 años. Nunca pensaron que se convertiría en una pared para dar golpes con los duros balones de fútbol que existen hoy en día.

    Cuando se hizo aquella elevación de pared, conectada a la casa, de todas maneras no se tuvo en cuenta una cosa, nadie durante esos años y otros muchos siguientes habitaría aquel lugar y por tanto, no podría contrastar la eficacia de lo edificado. 

    No parece una excusa afirmar que en estos primeros años que ha vuelto a ser habitada y la aceptación de ese exhaustivo uso diera por bueno, lo que se ha terminado constatando como una gran inconveniente y ejercido el uso de forma contundente, como una agresión hacía sus habitantes.

    Es al Ayuntamiento y quienes participamos en el día a día de este pueblo, dar oportunidades para que quienes tienen el fútbol, como una prioridad en su día, lo ejerzan en un lugar adecuado en condiciones de uso y seguridad.

    Es a esa misma entidad a quien le corresponde asumir su responsabilidad en la defensa de cualquier ciudadano que se sienta perjudicado por una construcción que da margen a convertirse en un espacio de opresión y allanamiento sonoro

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y