Haber sido un remedo de atleta debe dar la suficiente emoción y lágrimas para compartir la alegría de las chicas del 4 x 100 y 4 x 400.
Ver siempre volar a mujeres ajenas a tus previsiones, te hacían vibrar por su potencia, pero nunca te obligaban a levantarte ni a sentir la velocidad infinita hasta su éxito. Paula, Eva, Daniela, Blanca.
Aquellos extenuantes, agarrotados y repetidos cuatrocientos para cambiar tu resistencia en la época más cañera, se convertían ayer en un vuelo fluido y grácil hacía un éxito que es una superación brutal de anteriores limites.
La gracilidad, potencia, eficiencia y majestuidad en la zancada de Paula Sevilla, Eva Santidrian, Daniela Fra, ¿Se deslizaba ingrávida? y Blanca Hervás, conocimiento y seguridad en sí misma, dieron un espectáculo jamás visto entre nosotros. ¡Qué belleza y emoción!
Sólo es comparable, en el deporte, con la construcción, desde abajo, de una comunidad humana, de excelentes profesionales que aman lo que hacen y buscan en ese equipo que alberga en su grupo más de siete posibles balones de oro. Nunca visto. El Barcelona femenino, podrá ganar títulos pero tiene el más grandioso, posee comunidad y un eficaz sentido del valor del respeto de unos valores futbolísticos pero, mejor sociales de respeto por quienes les rodean y por si mismo, imprescindibles. El equipo masculino está en esa construcción.
Y si, en el otro lado, en el que siempre buscamos, porque pertenece nuestro cariño y mente, sólo encontramos la soberbia de ganar, y ser puestos en pedestales mediáticos tan superfluos, como ridículos, pero hoy faro, incluye los defenestrados.
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