miércoles, mayo 07, 2025

Escuchas

 En el libro "Como escuchar jazz", intentas entrar y parece que es como si entrarás en una zona pantanosa. Desde luego no vas a ir andando por encima, como aquel jovenzuelo, ni te convertirás en una sirena, ahíta de poder disfrutar de un sexo, porque no sería posible, con cualquier azaroso Ulysses, que necesite un pequeño cambio de rumbo.

  El asunto es meterte en el camerino de los Monty.

  Siendo sirviente suyo me mandaron a galeras, por no haber presentado la obra para su corrección. Luego comprendí que aquel escrito, perdido porque me acodé en la barra de aquel bar tan selecto, en la que me miraron con un desprecio infinito, aunque sólo había ido a buscar el espíritu de José Martí Gómez. Decía que el escrito más que "no encontrado" había servido para limpiar la babas de aquella mujer que había enfilado hacia la salida al verme y se dió la vuelta cuando mi sosias entró para unirse a mi espíritu. Disfrazado, atrajo al coño de aquella aventurera. 

   Arrojo el disfraz que le había dado aquel afamado abogado que encontró su "pretty woman" en un bar de copas afamado y la otorgó el título de dama que ella se readaptó a toda su nueva inventada historia que es en lo que convirtió su menesteroso pasado.

   A Jhon aquel prematuro abandono de una script le obligó a cogerme del cuello y girando sobre sus talones, me puso en 180 grados sobre el puesto de mando de la nave. Tuve que coger el timón con demasiada premura que fue una suerte, porque al quedarme colgado sobre ese parte del barco. Eso hizo que evitaramos un iceberg aunque si le dimos un buen coscorrón a un ballena que es capón, en toda regla. Esa falta de respeto, que es como lo entendió mi nuevo enemigo, lo resolvió escupiendo un escualo que estaba por terminar de diferir. 

   Si esto era asqueroso, la sorpresa de encontrar una grabadora que llevaba una mano a medio masticar en la barriga del tiburón, me emocionó y me animó a seguir con mi nueva tarea. Allí estaba Thelonious Himself y Thelonious Alone in San Francisco. 

   Eric se emocionó; quien no lo haría si escuchará la autenticidad en esos discos, enfrente de la iniquidad de un presidente, Pedro al que debes defender de los ungas mentales, pero que es tan burdo, como alguno de sus periódicos entrevistadores, y saca fuera de contexto unas frases de alguien que sabe que nunca le daría la razón y si que le reprocharia su mephistofelico maquiavelismo, Pablo Iglesias. Este jamás le daría permiso para usar de forma torticera sus palabras. 

   Se lo daría, gustoso e intrigado, a Michael y Graham para que siguieran dibujando sueños de ironía en sus obras que revisionaremos con frecuencia con la que quebrar las realidades impuestas en las que nos tienen atrapados los faranduleros, con sus equilibrios con la verdad.

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