Al subirse a la nave, Peter decide hacerse un selfie: Lúa es cantada en una canción y desde el puente de mando, quien lo ejerce dice que mucha gente en sitios muy diferentes pueden conseguir que las aguas tranquilas, con sus mareas y tempestades, sean erosionadas por las patadas sin freno de todos los que por allí andan, buscando su recompensa.
No vaya uno a pensarse que las patadas y los cabezazos, muy poco pulcras que parezcan, no merecen su premio.
Sucede, y mira que a Martin Niemöller lo han mencionado a hasta la saciedad, que cuando aquel patán, con mente criminal, empezó su ascensión al altar de los infiernos morales, como había repartido pobreza a todos para que estos quedarán agradeciéndole su pequeño trozo de felicidad, a pagar en putos interminables años; entonces, se quedaron mirando en aura de sus adquisiciones, intervenidas para mayor gloria de bancos, luego irresponsables, y empresarios, ahítos de poner a los Sauron para que una sociedad sea cada vez más amoral y donde ellos pueden aparecer como salvadores a los que adorar.
Acontece en la nave que en ese lugar preeminente, por muy estúpida que parezca la imagen y el personaje, le han puesto un sillón desde el que se repite, dando muestra de su bajeza moral, que está siendo bien recompensada; es tan gañan, como miserable; tan nimio, como capaz de apuñalar la mínima decencia que podría tener un ex presidente de un país, por quien le ha sucedido.
Desde su sillón, digno de un analista psiquiátrico, proyecta toda la mala baba que ha sido capaz de introducir en tan menguante continente aflorado en máquinas y potingues.
En ese altillo mira las aguas surcadas y le devuelven la imagen interior de su odio; no ha sido capaz de crear nada sano para millones que confiaron en él, por su sobadas y amaneradas prestidigitaciones
Habla de un gobierno de bajos fondos, cuando sin darse cuenta, mirando al océano, y este le devuelve jueces, embelesados por encima de la justicia, respetada por la mayoría; pistoleros con cartas marcadas a las que ha tenido acceso por su puesto, al margen de la mayoría de los cuerpos de seguridad; y para ensalzar e incluso hacerle levitar en su rabia, se hace rodear de bufones, aduladores y otras fanfarrias, a las que mea oro, para que no desfallezcan en su descenso a esos bajos, pero de otra carrera que merece y tiene buenos exponentes, como es el periodismo.
Su miserable posición canallesca y traidora a su país es reconocida, incluso por un periodismo extranjero que podríamos llamar afín. Le coloca entre los peores ex presidente y si taimado apostador de los bajos fondos.
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