viernes, mayo 23, 2025

Algo se mueve

 Ella pensó que todo estaba controlado y que nada sucedería fuera de las lógicas protestas que suponía que hubieran cerrado aquel parque donde había conocido a Elia,

 Sucedió que gato montés empezó a oírse a lo lejos y pensó que no sería para tanto que empezará a escuchar un pasodoble español, en pleno Oriente, cerca de la ciudad de Estambul. 

  Eloísa era la viva imagen de sus tía bisabuela que había sido asesinada en Granada en 1936; aparecieron fotos de la segunda y cuando en aquel país tan lejano Eloísa las vio, pensó que era una broma macabra de alguno de esos amigos que parecen te pudieran amargar un atardecer que tanto habían buscado ver.

  Elía dormía en aquel parque después de haber abandonado su casa, tras unos meses horripilantes donde su pareja se había dedicado a bombardearle con preguntas sobre su pasado; lo había comprendido tarde, pero su estrategia era evitar dar explicaciones de sus actuaciones presentes. El canalla se remontaba a una época donde no estaban juntos.

  Las actuaciones de Pedro era depravadas se dedicaba a seguir a los políticos a los lugares donde hacían sus compras privadas o donde llevaban a sus infantes. Elía había descubierto algunos de sus nicknames y le ponía ante el espejo de la violencia que promovía.

  Eloísa, las dos ahora en Estambul, en aquel momento, no la había hecho ninguna pregunta, sólo se dirigió a ella por si necesitaba ayuda y sacó su socorrido termo con un té y a la vez, unas galletas que levantaban el ánimo a la mente más pérdida que te podías encontrar. Habían vuelto pronto al hotel y se habían dispuesto para ver la final de la Champion femenina. Elia era fan de Salma, pero ahí discrepaban las dos porque su compañera defendía con vehemencia la posibilidad de ser atleta de élite en el caso de la impresionante Paralluelo. Se había dado por vencida, por la decisión de la jugadora pero no la hacía cambiar de sus pensamientos; más viendo ahora el éxito tanto de las relevistas de 100 y 400 metros lisos.  

  Fue en esos momentos cuando Pedro, fracasado y rabioso, se había hecho eco de la aparición de las fotos de aquella Eloísa y se la había mandado a Elía para provocarles una tristeza, que no consiguió. Ellas dos, se aferraban a esa frase de no estar triste porque no están, sino felices porque aquella, fue y lucho por algo a lo que ellas mismas se agarraban.

  La rabia le hundía hacía arenas movedizas a aquel patoso

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