Prepárate después de lo de estos días, mañana vamos a romper los esquemas; vamos a aparecer por la Cañada Real y vamos a conseguir llevar el regalo de la dignidad a quienes se lo han negado nuestros ricos súbditos, seguro que estos nos lo perdonaran.
Un puntazo venir de la Dana y llegar, al lado, de nuestra casa y resolver el problema habitacional de nuestros vecinos, no hará mantener la Monarquidicta durante siglos; ya pueden venir algunos sucesores como los que describe Nieves. Con lo de la Cañada, vamos a romper la pana.
Ey, papi, bro, dice Curry, no te flipes, el dinero es para quienes lo poseen, a ver si vas a hacer como el jugador y se lo vas a dar a "al niño" que no nos aporta nada
En mitad de toda esta performance royal, nosotros nos reinventamos como Dylan y Larry Campbell, al violin, reinterpretan My Back Pages.
Nada tenemos cierto, ni tenemos escrito ni nuestro final, ni los caminos en los que nos encontramos.
La certeza real sabe lo que tiene que hacer y donde consigue enfundarse de apariencias con las que se conforma tantos y tanta gente.
Como humano, caminas por la pequeña en la que eres un desconocido. Conectas con quien compartiste un espacio hace años, o con quien le dio una dignidad en un cobijo o tal vez, con el que coincide más en esta época.
Anda atrapado en mil prejuicios y cuatro esquinas pero desconoce este lugar porque ni lo vivió en el pasado, ni has buscado ahora, tejer una maraña de los contactos.
Con aquel primero, se observa la huida; con el segundo, el evitar algún problema; el tercero, rechaza enhebrar la aguja para tejer un momento social que no vaya más allá de 20 medidas palabras.
Al primer paseiyo real, se protegió rodeado de caimanes. A la segunda se la dio palio, para adorar al niño señalado por dedo dictatorial; y en las sucesivas, los siervos saben quienes son sus amos y estos protegen a quienes les da la apariencia de normalidad para que sus negocios y trapicheos sigan campando a sus anchas.
No, no se es como entonces donde se admitía el mal menos malo.
Nunca se enfrentarán a quienes mantienen esa Cañada Real, en unas condiciones de violencia institucional, saben que allí hay pirañas y cuando estas quieren comer lo mejor es ver de lejos su voracidad y comprender de quien se tiene que sr, al menos, compañero de visita.
Cualquier día te llevo a visitar a esos jueces, que dice un desacomplejado arribista, que pueden romper el gobierno del otro. Allí aprenderás como cuando asisto a su encumbramiento social, les estoy domesticando, entre sus loas reales. A estos lares no tenemos que ir, ya los dominamos, sólo con mandar un dron y observar el páramo creado, donde podemos regocijarnos de nuestra condición.
Siempre jóvenes, nos reinventamos, en una sociedad que envejece con los apriorismos que les dan la seguridad, que si nos tocan las narices, nosotros y otros mercaderes, podemos quitarles.
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