Por fin me centro en la Olimpiada, la de Paris; no sé si llegaré a tiempo, pero el rato que me he concentrado ha sido de una intensidad que pocas veces, consigo mantener.
Mi mujer, que estaba al lado, se ha dirigido a mí con una cierta aprensión. Sabe que cuando me entrego soy único, pero claro, ¡la inconsistencia, chico!, ¡la inconsistencia te mata!.
Mira que, ¡a muerte! pero claro, me quedo mirando la pista de atletismo que van a utilizar en estos próximos juegos y me lloran los ojos. No porque sea chillón el color, o porque me imagine haciendo aquellos miles con los que disfrutaba y me creía, que nunca llegaría a hoy, y mis gemelos.
¡ Cuéntale!, ¡Cuéntale, José! como pesan. Parece las bolas que arrastran los fantasmas. ¡Qué te digo que no lo soy!,
¡hablaba de esas bolas!.
El caso es que el color morado de la pista le ha emocionado. Me confirma, mi señora; parece como si yo volviera a repetir lo del casoplón en Galapagar.
Te lo voy a comprar, cariño, le digo;
No has comprendido cariño, mi importa un carajo. Quiero que me ofrezcas los que me has dado este tiempo.
Coger un velero y salir a la mar, al Atlántico, ni más ni menos.
Abandonar las excusas de ¡Uy! hace demasiado viento.
¡Uy! eso no es lo que decía cuando vivía en Vallecas
Te han ofrecido el Océano; podrían haberse puesto detrás, para que los golpes de olas los pararan ellos.
Las hostias, esas de las que se vanagloria "el burdo" que son las que hacen daño. Las pararon ellas, se las daban con violencia, con un odio visceral, porque mostraban lo criminales y adyectos que podían ser.
Salir, guapo, eso es lo que tenías que hacer, porque lo demás son las mismas montañas de excusas por las que te vas perdiendo. Uff!! es que si no no avanzamos. Como si eso fuera malo, como si ir al abismo climático fuera cuestión de una tirita.
Quitar el nudo de la boya, mirar el catavientos, la marea y poner rumbo a los derechos de las mujeres, para que esos Isaacs, no sean, seamos una basura sin capacidad ni de respetar, ni de aprender de nuestras visiones, sino de las de ellas.
Vaya pista, para hacer aquel 3000, grabado a fuego en nueve minutos justos luego haberla convertido en canal de slalom y haber aprendido a no masacrar más a Carles. Leer las fuerzas, las contracorrientes y lanzarte para que siendo un privilegiado, con cualquier tipo de piso, casa, chalet te hayas enfrentado a los grandes tenedores de bloques de pisos. A los fondos buitres o incluso a aquellos, que teniendo unos pocos, por lo que sea, sangran a seres con problemas habitacionales. En esa pista morada encuentras a los que saben que primero la ciudadana y luego, sin ventaja, en las compensaciones, la sociedad y siempre, pendientes de los dopados y dopantes de un periodismo sin escrúpulos.
¡Qué raro! ver siempre en esos tacos de salida a los traidores que quieren muelles mediáticos para quitar de enmedio a esas Martina, Javier, Irene, Ione; si Xabier Fortes, esta última, ella en primera línea, aguantando vuestras embestidas de buenismo, de machismo condescendiente, baboso. De ascendencia marinera no saldrías a ese tu azul para conversar con ella; no temas ni te dejará volcado, aterido de vergüenza, porque pensaste que casi 600.000 ciudadanas, somos guiados, a modo cabestro, como tus certezas. Ella se pondrá en el palo mayor, te dirá que te pongas el arnés y así, sin darte cuenta te habrá regalado una lección y un poquito de decencia para volver a arriar el barco y poder navegar. Sigue al poeta, eso te habrá hecho más sabio.
Monto la mayor, el foque, la orza y el timón, navegar, volcar, terminar en tierra con piedras, es duro, te deja exhausto pero lleno de conocimientos
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