Sentado sobre el tejado, espero conectar el cable de la televisión o recibir las últimas noticias. Ella, izada sobre otro, asaetea nuestra tranquilidad. Al verla, la niña es palestina, me recuerda a seres conocidos y con una franqueza y dulzura inconmensurable dice que la muerte puede ser más misericordiosa. En esa tesitura la hemos puesto; miseria para revestirla de culpable porque nos alivia ese sentimiento en nosotros. Cobardía
Hemos perdido, nuestros miedos nos ha hecho monstruos, una vez que hemos aprovechado todas sus riquezas y sus seres humanos, nos está poniendo en manos de criminales. Nos hablan de sus costumbres, sus diferencias; hacen hincapié en lo negativo. Olvidamos de donde venimos y por que y por quienes estamos aquí. Amin Maalouf me lo explicó. los libros ahora me son marcianos.
En ese tejado, me agarro al sostén del impacto inmediato, lo superfluo, aunque sea bello, como ver la despedida de Mariona Caldentey, esencia de fútbol, como este Barça femenino que ha construido una ilusión, también, reivindicación feminista, empoderadas.
Amando Barcelona, buscando sonidos por Montjuic, seguir descubriéndola por los bunkers; apareces en casa, en el CCCB; meses que tienen la exposición de Suburbia, la construcción del sueño americano. Uno de sus ideólogos, como aquel otro ministro patrio, creaban dependencias individuales para que no hubiera comunismo, a cambio, el tejido social se rompía. En los pisos no se entra, si en las calles y lugares públicos; en esos adosados, si se invita al vecino, para cercanos un poco más. Patrocinios de seguridad, armas para sembrar seguridades con balas guiadas por el pánico.
Gobiernos utilizando la anestesia para la amputación de conciencia de lo social; las prótesis inhumanas del fascismo se ofrecen, para suplirla. con materiales de odio, de individualismo, de miedo que se eché en sus brazos de odio y alabar el desconocimiento porque sus patrocinadores exudan el control de la sociedad por parte de lo privado. Esa individualidad en la que manda el poderoso; golpea, los esbirros; y peregrinan, quienes siguen lemas, que obvian su entrega a la perdición.
Renace la esperanza con el compromiso, sin matices, de las Irenes, Iones, Marisa, César que creen en la construcción de nuestro propio futuro, sin mirar las cotizaciones de las empresas armamentísticas en las bolsas, sin alma.
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