No ver; no recompensar pero vamos que si quieres nos metemos a investigarnos y que no nos importa los resultados que nos extraigan los demás.
Pasa es que te echo de menos, eso decía Bebe.
A Felix pasa eso, que echa de menos a quienes amaban su profesión y que se fueron hace mucho, demasiado; aquel Jesús, maestro en el pleno sentido, al que cuando estos días en los que alguien se encuentra perdido por no dar resolución a lo que se ha planteado en clase, seguro, que recurría y le diría, eso poquito, nada más, pero será inmenso si lo comprenden.
A Oscar Ayala, compañero dos años y al que hoy homenajeaban. Grande en su pasión por la literatura, humano para conectar con su alumnado, transmisor de compromiso con la profesión, con lo público con la vida, en la que no se le pudo retener, pero a la que celebramos porque es como él lo querría. Como Raúl, con su toque de saxofón que dispersa nubes oscuras como aquellos dioses romanos, más veraces, diría Nieves Congostrina, que los que nos venden las religiones para obtener los saldos en los que se valora muchas veces el ser humano, al que terminan teniendo en su morral, de donde van sacando granos para darnos sus espejos de felicidad. En un la, la si do re, re do si la, la si do do si empezamos a tejer los sonidos de los que nos gustaría ser sus herederos.
Tantas y tantos otros con los que, como Andalucía, no son una arcadia a la que regresar si no que son parte de nuestras esencias, unas tablas que dan consistencia a nuestro barco en construcción de utopia cotidiana; perdón maestros Califato 3/4, por tomar quillas vuestras para mantener rumbos.
Visitar el Rincón y compartir con la tripulación los horizontes en los que se desarrollan relaciones, sentimientos y encuentros. Somos las narraciones que como el esparto que ensamblan en los bajos del Lento; en superficie van tejiendo el niño que cobra, con el DJ, al que se quiere y valora en mucho cariño; que a la vez, es el mentor de quienes, juntos, confeccionaron triatlones, algunos con sus aguas, bicis, carreras y otros, recuerdan a su hija, con la bici en la que llegaba un profesor, cuando entonces aquello era una atemporalidad.
Querida Nieves, resistencias tejiendo las melodías de antes con las de ahora, porque nos impregnan aquellos de lo que ahora amamos.
Dejamos ahí afuera, apartadas, algunas pipetas de nigromantes que experimentan con los gramos de falsedad, envenenando canales.
Nada de eso hoy. Faltaron palabras, cuando os vi postrados, no quería pensar que los encuentros se acabarían, como así fue; ahora navego con tantos vientos que sin darme cuenta iba recogiendo en aquellas brisas, en encuentros como los de hoy, ahí en el Rincón Lento, como en la Feria del Libro, a esos Ivan y Sergio que alumbran las recónditas villas 311, de sociedades que nos construyéramos sin tutorías y rel(atados) de escritores viajeros, que levaron las anclas de las letras fondadas para hacer Pegasos a vidas en las que nos insertábamos
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