Palideció cuando la vio llegar. Unos días antes la había conocido de forma accidental y esos 10 segundos de encuentro, al verla de nuevo, parecía como si les hubiera creado un marco común. No sé vio de otra manera, más que saliendo a descubrir mundos con ella. El primero sabía que sería el de ella misma.
Con el tiempo había comprendido que la equipación para aquella rutas debería ser por una parte, los errores cometidos en el pasado y por otra, los encuentros ante los que tenía que abrir una cancela que pudiera haber sido cerrado con doble vuelta y llave.
Desconfiaba más por todo el cúmulo de desesperanzas que había ido aceptando a lo largo del tiempo, cada vez, con mayor resignación veía que se mimetizaba en la nada. Lo había sabido desde hacía una cordillera de segundos en los que contemplaba como en cada uno de ellos, se rearmaba la sinvergüencería de quienes siempre serán recompensados por el abandono ante su cinismo.
Había encontrado grupos queriendo utilizar siempre la violencia. Les ponemos el foco para que podamos dar brochazos y reconocer a cada uno. Por un lado, encontramos al cabestro, creció en estatura y relleno de violencia su musculatura. Cada una de las onzas que iba poniendo en su máquina le hacía salivar por la imagen que podría mostrar contra los enemigos. Los jugos producidos, ácidos, le provocaban arcadas que asociaba a alimentos que podrían entre en sus neuronas.
De forma una tanto extraña, esas sus bilis asquerosas, controladas por la intransigencia de una señora, que quería llegar para hacerle alguna comida más dulce, que le diera más agresividad y con menos sal, que era lo que le faltaba para ser salado con iniciativa propia que era lo que alguna vez, en muchos de sus arrebatos, echaba en falta. Eran tantas las ocasiones, en que en un fast and furious incontrolable se había ofrecido para acelerar con su martillo las acampadas, que el solo hecho que le hubieran convertido en un meme de cat and sugus le hacía odiarse a si mismo. ¿Obedecer?,
No no era una opción cuando había que salvar aquel mundo.
El caso era que fuera de esa terrible imagen, planteaba, sobre un escenario diferente una estrategia de comunidad y de apoyo mutuo. Era como si la paleta donde aplicar los colores, en esos instantes, se le cubriera de humanidad. La que le faltaba al ver la individualidad al servicio de un gran amo.
Ese que le daba dulces en casa y sumisiones, ordenándole que ya le mandaría soltar toda su rabia. Nunca comprendería los porqués, alguien dispuesto a abrasar al mundo y, al rato, darle un consejo de compromiso con los compañeros a un pequeñin
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