De un brochazo, había cambiado aquel escenario. No era su grandeza la que le había particularizado aquel instante; era ver otra parte de la vida que se mostraba naciente en medio de aquel basurero moral, infértil y canalla donde se arrojaban infamias quienes sólo querían páramos de silencios y aceptaciones.
Fue hacer un gesto primero con los dedos de la mano izquierda, luego otro, de toda ella y al final, buscaba ser acompañada por el brazo desde su raíz en el hombro, para que aquella sinfonía de seres alocados iniciará una danza tribal para exorcizar aquella nube de de crápulas sin más deseo que el poder.
Había ido de arriba abajo y de dentro afuera; en ese instante todo el cuerpo y su correspondiente pierna danzaron, desde lo dubitativo a lo apoteósico. Giro con la lentitud de un mulo ante la piedra del molino, hasta acelerar y ser un tornado, amenazando con destruir todo equilibrio y aventarlo hasta dejarlo en un polvo molesto pero al que se le podía soplar para que iniciará su viaje a la nada.
No era nada fácil, a los medios les llovían como un mana inagotable que se auto alimentaba; aunque mirando de manera pormenorizada descubrías a quienes de forma impúdica los daba después de haber obtenido sus recursos desde lo público y sus trabajadores, a los que consideraba prescindibles pero, incluso siendo intercambiables demostraban a esos empresarios propagadores del doping sobre medios y políticos que ellas si que no eran más que intercambiables cuatreros, que habían asaltado la caravana que siempre iba a estar allí con clientes o obreros.
Si ellos habían logrado aquel siniestro paisaje, pareciendo edulcorados drogadictos con chaquetas y corbatas hipotecadas por la pérdida de su decencia; su mensaje era aún más abyecto, se apropiaban de defender la vida, hablando del aborto, pero poseían recursos que tenían, viviendas y repartir mejores sueldos, quienes estaban sobrepasados, o la indecencia de hacer esa defensa de palabra y practicarlo de obra entre ellos.
Tocaba cada dedo ajeno para apoyar a quienes habían rasgado el lienzo del horizonte impuesto.
Clamaban las letras del SI SE PUEDE
Olía la fragancia de las flores que nacen de los estercoleros a las que las arrojaron, porque los miembros eran SEMILLA
Paladeaba cada ser el sabor de lo natural, sin ser adulterado las por maniobras de fábrica de las engañifas.
Oteaba un escenario del que habían tratado de arrojarle bestias, vestidas de empresarios emprendedores; sabuesos, hipnotizando con palabras de más periodismo; sobre esta caterva de amorales, nos hacíamos nosotros
PODEMOS.