Temo que a Alexia Putellas, el cálculo la aleje de su Barça. Este club en femenino es una máquina perfeccionada de fútbol, compañerismo e inteligencia emocional. Ha sabido implicar a las mejores del mundo de ayer, de hoy y de las que van a seguir creando un bello futuro.
La maquinaria del tiempo es desagradecida con quien creo las condiciones para que este tiempo de luz haya llegado. Expuso su calidad y su enorme trabajo en un cuerpo que tiene sus debilidades. Su lesión la arrojó a un muro silencio que ella rompió con su visibilidad como Balón de Oro y con su lucha para llegar a un Mundial, en el que ella sabía que quienes las dirigían, era desde la dominación y cogerse los huevos porque se les había dado un poder que ellas sabían que era tóxico. Ganaron por su calidad y, entre otras muchas cosas, ella era empática con quienes eran sus compañeras, por encima de quienes las habían tratado de enfrentar. En la convivencia descubrieron que estaban en el mismo barco.
El real valor de Alexia, para un club, el Barcelona que fue colonizado por parásitos, sería inasumible por todo lo que se ha construido alrededor de ella, Irene, Jenni, Mapi, Aitana, ¡ayyy! y alguna otra jugadora.
Si se fuera, porque el mercado no tiene corazón; se sabe que volvería no muy tarde, pero mientras el desgarro que produce el egoísmo de cálculo inmediato en un club en el que esta sección le da un valor añadido, andaría quebrantado porque parte de él, se habría paralizado.
La directiva ve a Lucia, a Ona, Vicki, Salma, Dragoni, Bruna, y otras muchas, como garantía para un futuro prometedor.
Es tentador menospreciar a quien ya puede ser suplido en los resultados inmediatos.
Una lluvia cae en Barcelona. Alexia riega todo lo que se ha sembrado
Lloré por todas tus penas
sonreí por todas tus pequeñas alegrías
Hay una luz que tengo delante
Eres la medida de nuestros sueños
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