La barbaridad es ser parte de una normalidad, que es mayoría. Los irreductibles son ese pueblo que vocea tener la verdad, mientras sus hechos les niegan en esa pureza que venden. Sucedáneos vociferados.
La libertad de Milei era la de sus dueños que le alzaron por encima de 6 pisos de lo que era su recorrido común; porque para los demás, el chico al que le han aumentando el autobús un cien por cien el billete, el sueño choca contra el bulldozer que le envían para percatarse de su verdadera capacidad de acercarse a la libertad.
A ese cielo se lo desploman cada día en su trabajo, tantas veces precario, más en las horas extras que resignado sabe que tendrá que hacer, sólo para pagar ese aumente, pero intuye que eso también le minimizan en su valor y aunque lo intenta izar a duras penas con su sudor, siente que ese tiempo que se roba a si mismo, será para aumentar la riqueza de quien la sigue acumulando, que además le oprime si quisiera reivindicar su derecho a considerarse humano.
Recibes en tu suelo, patrio, sacralizado, a quien es despojado de sus tierras; marcándole sus límites para que pueda aparecer como que haces caridad, pero teniéndole siempre debajo. Establecido. escuchas las torres que te crean enemigos, pensando que los miembros de, por ejemplo, "Brigadas por la tarde" en Guatemala son quienes no dejan desarrollar un país, cuando, en realidad, luchan por ser lo que tu siempre has querido para el tuyo, que sea de sus ciudadanos, no de las empresas.
Allí, aquí esos que te proclaman Libertad, más aún, LIBERTAD, se la dan a las empresas, con cuenta de resultados, con intereses particulares y luego a tí, te dicen cójanla, pero tu te debes a quien te paga, que no tienes sus intereses, sino el látigo del desempleo para que esa magnífica palabra en tu vida, se vaya convirtiendo en aceptación y cuando atisbes, que con otros, puedes reclamar un respeto por el bien común, entonces aparecen la piezas del aparato represor, para recordarte que la LIBERTAD, es de ellos y la tuya es que en tu cubículo vayas empequeñeciéndola, hasta primero intuir libertad, hasta apenas contemplarla libertad; un susurro de lo que perdiste, de lo que tienes en un frasquito para que cuando os queden ganar de follar a la pareja, esos cielos alcanzados, sean los del techo que te amenazan con la lampara que termina en punta y te advierte por donde te puede entrar su mandoble, si te vas a buscarla fuera de esa habitación, abriendo la puerta de tus realidades impuestas, por los "debe" y "haber" de quien negociaron con tus sueños particulares, fáciles de martillear por quien poseen los martillos del poder.
Todos ellos te señalan el Pico de la Montaña que hay que escalar. Te dicen lo peligroso que es aquello, lo malo. Te repiten en tertulias, en partidas, cuidado Puig de Mont, es el Itaca de lo tenebroso, recházalo, pero no dejes de mirarlo y mientras dejas que las empresas estatales las posean las fortunas que les patrocinan; el control de ese Estado que dicen rechazar, lo tengan quienes fueron izados en sus generaciones anteriores por traidores, timados, canallas, muchas veces, siempre sedientos de la sangre y la sumisión de quienes les creyeron los únicos que podrían alcanzar aquella cimas.
No aprendemos porque siempre seguimos la línea que sale del dedo que apunta. Aceleremos el vernos donde estamos, que necesitamos y que comprender que para bien, para mal, para vivir, somos parte de un conjunto que siempre nos va influir; pero que confiarnos en quien quiere resultados, es empezar a dejar de sernos
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