Sigo la ruta del gran fuego de Riba de Saelices. Dicen que fue fruto de un exceso de confianza de alguien que conocía la montaña. Años después, no, no la conocemos nadie. Todo parece controlado cuando nos extasiamos con su belleza, sea en noches cómo está, sea en silencio impuesto por el sol del medio día, que parece volcar sus rayos paralizantes.
A la altura de Ciruelos se desintegra mi cuerpo; mi mente ya lo hace por si sola cuando es cuestión de razonar las rutas que quiero tomar. Lo del cuerpo me ha alarmado más. En un primer momento no sabía dónde estaba, luego ya con las conversaciones en las que me hallaba enfrascado he podido comprender que estaba por Sierra Nevada pero en su cara sur, las Alpujarras. Un grupo muy diverso hablaba de sus viajes por el universo, me ha parecido entender, por lo variado de las propuestas y por el cansancio que se me venía encima.
Les he preguntado por las aguas que parecían tan transparentes como las burlas del PP a la democracia.
Me iba a agachar para beber agua " a morro" del río Guadalfeo, que hace años baje en piragua. Me lo han afeado, ¿dónde vas? Si ya nos lo embotella una empresa para su lucro privado, me parecían sus dueños, y además debemos conseguir que gente como tú sea penalizada.
¡Penas os ponía yo! - y mi cuerpo estaba de vuelta. Parece ser que en la otra dimensión sólo se admiten fantasmas y nada les debe materializar no vaya a ser que un crédulo en UP, y luego en ciudadanos se vaya a tomar con los ladrillos en B
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