Me da rabia que no pueda sujetar
la vida de las personas importantes para mí. Un día en el que haces tres horas
en piragua, tras años, y se te pasa por la cabeza que seas eterno, acudes, sin
orden ni llave, al encuentro periódico con quienes se me han hecho
imprescindibles, paso a menos de un kilómetro donde cae uno de nosotros y se
nos escapa su sonrisa, sus soplidos, su ironías, su compromiso, su imagen
gigante para una niña que soñaba con osos.
El día en el que muere
Ramón, una vela es soplada, entre el eco que nos resuena de su voz, más
apagada, en mi imprescindible "a vivir". Recuerdo sus libros, su
compromiso. No puede precisar mi memoria de sus crónicas para "El
Pais", que compré a diario durante más de 25 años pero son las que mandan
mis compañeros del curso de Mónica García Prieto, sobre reporterismo de guerra.
Todas tan nuevas, todas tan repetidas en África, Asia, y la Europa encerrada
para las amenazas externas que se van desangrando en las guerras mundiales, en
las del Este de Europa, a la que asistimos no hace mucho; porque, incluso,
dejamos y respetamos a nuestros "hijosdeputa", porque, en realidad,
somos nosotros espantando nuestros terrores, a los que dejamos crecer.
Primero hacemos
vagar por los desiertos a Marie, su madre y miles de vidas que no podemos
utilizar en nuestras iglesias para ponernos de rodillas y decir que eso
es criminal, porque con nuestro dinero alimentamos a los países que les hacen
girar hasta la muerte, aunque en esa rueda dejamos escapar en cuentagotas a
quienes nos cuidarán y a los demás les cosificaremos y les llamaremos MENAS, a
la que nos introducimos en la vida de las que deciden abortar, no para
solucionar problemas, sino para proclamar el control de las personas y el
nacimiento de una vida, a la que de inmediato las encarcelaremos en un capitalismo
salvaje.
Ramón de todo eso era
consciente y en los despertares de los domingos mostraba estas contradicciones;
con Javier y con algun periodista especialista en el tema tratado desgranaban
visiones para que nosotros pudiéramos encontrar los ángulos más recónditos que
daba forma a la noticia.
Se hizo activo en
twitter, de esto, nos estamos marchando todos, Ramón; en la Base, Pablo
Iglesias, sólo le llevó una vez. Tanto Sara, como Manu, como Anna y Pablo
suelen hacer una pregunta sobre un tema. Luego en la red del pajarito se mostró
muy distante con este último y empático con periodistas que él mismo podía
reflexionar, habían sido corruptos; ese apoyo gremial me desencajó, por
considerarlo falto de objetividad; que es la misma cualidad de la que yo puedo
estar carente.
Sucede que en el cono
Sur, están en mitad de un invierno y, canal Red, te puede ofrecer la entrevista
a un Guillermo Moreno parlanchín, desenfadado, populista; un mediocampista, que
no es defensa ni delantero, pero que puede ser la columna vertebral de un
equipo de fútbol; le podríamos ver, por otra parte, como si fuera un
equidistante, en este caso tenemos un problema, que en un plato de la balanza,
para contrastar la verdad, pongan la mentira y a sus mercurios les dé voz, para
defender lo que no existe; vamos como un coyote que ha perseguido al
correcaminos se pasa del borde del precipicio y esperarás unos segundos, como
en los dibujos animados, para entrevistarle, como concediéndole un suelo.
En esta época de
invierno, un periodista de Colombia lleva a su programa a Pablo Iglesias, en la
parte final del programa, con una parte de honestidad, por sacar a la luz un
grave problema en el periodismo, como es su dependencia de quienes les pagan y
otra mucha, de corporativismo como queriéndose librar de ese estigma de
compadreo con quienes les financian; el periodista le hace ver el problema de
lo público que puede haber en España; este cree haber triunfado, pero por su
honestidad, al enfrentarse a pecho descubierto recibe la respuesta de la última
realidad de la televisión española, entregada al partido en la oposición en
medio de un acuerdo no cumplido.
El proclamar la necesidad de un
relato ajeno, que se escape a los de los García Ferreras, Vallés,
Herreras, Pastor, ante los que, siempre me pareció que Ramón callaba, por
corporativismo; es por lo que levanté una cortina; pero siempre la llevé a un
lado, temiendo que pudiera salir un día de la mano con Sharon, después de haber
hecho mil y una noche por aquel plano de la vida, el deseo y la entrega mutua.
En este último año, a
toda prisa, preparaba un río en el que volverme a sumergir en las letras que
fluían; tengo escuchadas tantas horas en los que derrochaba honestidad,
humanidad, debilidad y sabiduría.
Se escapa lo que nos
podrías haber dado, como nuestro jabato, incansable, celebramos el tiempo que
pudimos compartir con vosotros, y amamos la vida, porque fue a la que os
entregasteis en cada segundo y en la que nos os pudimos retener; nosotros,
infinitos, de lo nimio.
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