Cuando he salido a la tierra; el campo estaba muy seco, la hierba la tenía el otro equipo y encima habían empezado el partido. Curiosa sensación de estar con ventajistas. Mi perro, solo perro, no psiquiatra, ni economista como el Javier, se ha reído como “no doy una”. Ha visto en mis contrincantes, sus tetras, de hecho, me ha ladrado, no hablado que es lo que le hacen a Miley. Me ha hecho ver que levitaban sobre plataformas sin tocar tierra. Nada de pobrezas.
Así al borde de nuestra área, andaban ya eufóricos. El gol estaba conseguido y algunos de mis compañeros parecían abrirles paso a toque de corneta. .¿Quien conducía el balon? La más desvergonzada. Había conseguido que un pitufo le moviera la bola, por arte de magia, habían dicho ; y ella, con la matraca, a diblar enemigos que no existen, contrarios que no están en el campo. Devorar obstáculos que la iban poniendo, pero sin ninguna consistencia.
El graderío veía todo ese ventajismo, pero a unos, les hacía gracia, otros, habían ido como si van a una boda de un tal txapote, y otros tenían en el diferente su motivo de odio, que les provocaba un “leit Motiv” vital con el que justifican sus dependencias.
Su primer toque, tras el movimiento pitufo era habla de delincuentes, lo soltaba con la esperanza que no existiera el “puto var” que acabaría berreando, si no consigue su objetivo. Pero existía, y como en nuestra antigua moviola iban apareciendo, primero, Europa que no llamaba de esa manera a los que ella pretendía destrozar; encima, como segunda parte aparecían tantas y tan variadas formas de tomar el dinero público sin ninguna responsabilidad de pagar con cárcel o ser estigmatizados como ladrones.
¿La grada?
Genial; unos celebrando la próxima boda de Juanito, otros, con quien será al que voten a los que no boten.
Tanto desparpajo, no paraban.
Veían como se quemaba la isla de Haway. ¿Servicios públicos?, una mierda o sería posible si se lleva comisión uno de los nuestros. Allí, en Estados Unidos, la locura había conseguido que las víctimas, apoyarán a sus asesinos. Aquí la reina rana, virgen en todos los charcos donde se metían sus elecciones, era raina años después, sin ningún complejo; hablaba de los demás como separatistas, delincuentes y no españoles.
¿La grada?
Paquito el chocolatero, tarararara. No te metas con los míos, que tienen la bandera más grande como su desprecio a esos que se les entregan obnubilados. Oh, oh, oh alguien ha matado a alguien; poniendo mi puñal en mi barriga
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