jueves, septiembre 01, 2022

Una cuesta a su ruta

 Impresionan las montañas. Ayer, corriendo, sientes esa ausencia de oxígeno de los años mozos. Hoy, vamos a la búsqueda de nosotros con todo lo que fue él. Una sonrisa, una ironía, una llamada, un enfado, un guía. Vida con una bici averiada, con una comida ansiosa tras haberse perdido, con una estrambotica carrera en pelotas hasta la la cumbre de la Hueva, con una piragua en medio de triatletas que le dió para ataques descarnados, con una ironía que me daba pulsiones de el corazón, llamado cariño. Fue Héctor, en una primera cena, con peregrinación a Los Molinos, donde no comprendía de donde había salido esa fuerza-clown de la naturaleza.

  Emprender una cuesta. Fui corredor de lisos, fueran primero cinco mil, diez mil y medias maratones, luego maratones. No tuve el reto de las montañas para ser vencidas en carrera. Un día, me cogió por enfrente del Pax y me arropó con consejos para correr las montañas. No me atrapó y cada vez convertí el correr en una especie de oración pagana, mejor con la naturaleza, con los cielos de mensajes infinitos, con estampas del mismo espacio modificado por la época del año.

  Andé con ellos y esos momentos me delataron en una fuerza que quedaba y en unas debilidades de tobillos y de momentos escolares injustos y duros. Se alzaban cuestas como esa que descubrió una falla en un cuerpo, en el que todos los que somos capaces de sacrificarnos, creemos se invencibles. 

  Entonces se encadenaban, como este verano hicieron por Pirineos. Cada uno con su embutido, tremendo señor. Siempre me libraba de peso, esa imagen debo dar, ese cuidado tenía de sus compañeros.

  Hemos llegado, allí ya fueron algunas de sus gentes; nosotros, Darío y yo, también lo somos. Por avatares de nuestras entenderás hemos bajado hasta ese espacio grabado como lugar donde sentir lo que fue, lo que le acompañamos, lo que no podemos ver. Existe una desazón grande, por ello. Por amar la vida como él la amo, es nuestro. Bajar lo 7 minutos de gran intensidad que es subir hasta ese espacio, es ser consciente de cómo se iba abriendo esa brecha que le derrumbó, que no sabemos cómo saltar.

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Siameses y mercader

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