domingo, septiembre 25, 2022

Demasiado grandes los molinos

 Las empresas piden al Estado que las proteja para que este siga aprovisionando sus inmensas ganancias y dejar tirados a los clientes que son los que mantienen el famoso "Estado" que parece ser algo diferente a lo que forma cada uno de esos que se echan en mano de los impudicos trasvestidos en periodistas, siendo manipuladores para la venganza, si no les quieres. Las banderas son menos que  los ciudadanos que la sujetan con sus trabajos e impuestos.

 Un respetable Carlos, defendía el otro día a un dictador de "más periodismo", porque en el cuaderno donde esté les dicta a sus rapaces que le sigan sus entusiasmados, no ponían hablar con quiénes tienen la noticia. Por mucho que ese Carlos, monte en un "más" ¿No se da cuenta que es un menos, si le falta la otra para donde apoyar la información?

    Los impuestos son buenos si los gestores los hacen funcionar para la sociedad. Dar dinero al ciudadano para enfrentarse este a una entidad médica privada que le ningunea y le da el alta sin verlo el traumatólogo, solo el fisio y no habiendo solucionado el problema, es parte de lo que son esos hospitales que descubierto el pastel, por diputadas honradas; sus dueños alimentan a descerebrados para que la acosen. Si, con paguitas que tanto denuncian y que ahora denuncia "una de los suyos" como utilizan esos pagos. Tan dramático como gracioso

  Chomski no da margen a chorradas, 93 años. Su teoría lingüística produjo un caos en mi mente, que esta quedó afectada de por vida

  La última entrevista, este domingo, en el "avivir" con un Javier del Pino insaciable de un conocimiento no adulterado por las publicidades y con una necesidad de choque con sus descripciones de una realidad política hurtada que atiendea las grandes corporaciones antes que a los humanos.   Ofendidos, incluso, los tahúres presidentes de su país  porque les descubren sus trucos.

 Envían madames con látigos de tinta para calmar sus ansias mientras pisan a sus tótems de los que dicen ser fieles, pero porque les saben quietos y pacientes.

   Es, otra vez gracioso, pero ahora trágico, como los más marxista en un país que temen esa palabra, son los grandes conglomerados porque todo les es dado: los beneficios si van viento en popa y la salvación si caen quebrados en codicia y por habernos embarcado en viajes, muchas veces sin retorno.

  26 minutos de vértigo para romper las grandes certezas de mucho, que eso sí cada poco van variando. Noam Chomski, 93 años de riqueza para incomodar las mentes que se abandonaron a símbolos y olvidaron a los seres humanos 

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Siameses y mercader

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Zaida, Fernando y