Tiempo de embiste, de derrota. Leer después de un naufragio por si te saca Santiago Alba para volver a los tuyos, de los que renegaste; pero deberás ser tú, concluyes: nuestras negaciones de los Galdós, de los Cervantes, de Celestinas para ir a explorar lo que se lleva el viento porque no es tuyo, mientras en aquellas obras te encontrabas desnudo, como para sentir frío siberiano por no ser sincero con quien, los días, te van fundiendo.
El 15M fue salir de ese etéreo izquierdismo para ver a quienes estaban y estarían siempre y descubrir que la vida la engendrabas desde las más pequeñas dudas. Nos embarcamos siendo los marineros de lo mínimo para que fueran las velas que deshacían los imposibles horizontes.
¿Los vientos?
Eran ellas, siempre ellas, arrojando su pericia, sus palabras, su clarividencia para señalar a los embaucadores. Ir a una reunión de vendedores de pisos a denunciar sus patrañas y su canallismo, me decía que todo era posible.
Coincidir en la calle, fuera de los reservados donde se emputecen voluntades, desnudando los attrezzos con los que luego se exhiben ufanos en sociedad, era la mayor de las alegrías
Ir al Congreso, con la palabra que les llamaba cobardes y taimados jugadores; acudir con el cuerpo que era un pimpampum para quienes se dicen servidores, pero no de una sociedad, sino de unos gánsters que andaban sirviendo a sus amos para reclamar migajas de oro, con las que vivían en yates, sin las aguas de la decencia.
Entre pecho y espalda se alojaron sueños, mientras encima ponían la Virgen del Rocío como martillo usado por las serviles que luego son recompensadas por los corruptores que someten a una sociedad.
Caminar sendas con oscuros vericuetos que te iban deshaciendo por las aguas de los alterados dineros, muchos descritos en Franquismo SA; por las enervadas balanzas de quienes las manipularon desde la dictadura; por las sumisas porras que oían la meliflua voz que gritaba España y la seguían, aunque contra los españoles.
Años después, el barco se resquebrajaba y daba barquitos para que cada uno se creyera un Titanic.
Mi siempre nombrada Susan George volvía a recordar que el dinero corría impudoroso para amamantar a un periodismo canallesco, incitador de violencias, acaparador de cuchillos para clavarlos en los que son difamados pero "le he dejado hablar" en los océanos de sus obscenas putrefacciones.
Oír la voz de una entidad de melifluas maneras, desgarrar los cielos con su lanza de carajillo contra los de aquellas rebeliones, da idea de, si otra vez Inma, esa Iglesia guerrera, como la de Irán, ajena a las personas.
Ví más honestidad en cada una de mis compañeras de aquel 15M que en aquellos acaparadores de púlpitos que habiendo financiado desastres en forma de 3% y mentiras audiovisuales, alimentan los monstruos de la razón que anidan en las mentes pulcras
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