viernes, septiembre 16, 2022

Mentir es un viaje

 Un día preparan las maletas, muy llenas, muy elegantes. Sienten que con todo sus contenido podrían derretir a un admirador.  Los tienen por todos los lugares. Caen rendidos, una vez por una chaqueta de un corte impecable. Otros días necesitan exhibir parte de su ropa interior. Esas braguitas parecen ser la entrada a una iglesia.

  Cuando salen de viaje, les anuncian y les toman la foto más oportuna: sea ser una diosa, sea ser una intelectual, sea un ser preparado para el sacrificio.

  Toman un tren, como el de la vida, pero su vía es cerrada a otros seres humanos. Sirve fiel a quien la puede dotar de esos disfraces.

  Un día la ves y dices, si es Mortadelo en su estado puro. Te preguntas quien la puede creer.

  ¿Has soñado alguna vez tener unas botas de cueros, puras, curtidas para ser Pegaso? Ella las tiene y te hace cabalgarlas como un Cid Campeador. Hostias, ese sí que fue bueno y yo, puedo ser un Babieca en el que ella lance sus ataques. No te puede parecer loco, será envidia que yo salto los obstáculos para que ella no sienta las zarzas y si estas se prenden, que a mí me abrasen porque lo hacen mientras parece flotar al librarse de las llamaradas.

    Cuando pasa su tren y la gente siente que los barros diarios les tragan y ven livianos los vagones que abren mundos, les admiran y les siguen con los ojos y con una fuerza descomunal se despegan de sus raíces amargas y su único fin el seguir el tren. Y se ciegan, se golpean, se postran, se someten por alcanzarlos en alguna estación. Nunca llegan, pero no cejan. Un día, tal vez, caídos en un socavón que pensaron que era el centro del mundo al que había ido el tren. Sin luz, sin escaleras, entonces verán el resplandor de haberse humillado y haber gastado sus fuerzas en un tren que iba solo, sin maquinista. La vergüenza les hará envanecerse y un calcetín desechado, roto, sin luz, les servirá de tótem cuando salga  de esa maleta divina.

  Alguna vez oyes la voz de un rapero que parece renegar de las baratijas, eso dice él, que encierra esa especie de baúl. Pobre iluso, en la estación anterior, ella sacó su traje de "madame" y atizó con látigos y correas a sesudos estudiantes que habían devenido en dominados. Y les ataba, les sometía y si, estos actuaban vejados, cometiendo flagelación es en forma de injusticias, pero que podían esperar, si les vieran en sus noches, con la piel en carne viva, porque eran canallas, que creían jugar para exorcizar sus barrabasadas.

  Si un día, en esa maleta, lees: facturada en el infierno, lo tomas como una chiquillada. Qué puede ser tan salvaje como caer a sangrar a quien pides ayudas. Te la dan convencidos de tu último recurso, un traje de mártir, que luces bañada en lágrimas de cartón, ellas de las aguas termales que salen de ese lugar. Un poco más de maquillaje exprofeso y ya has conseguido tu muda de víctima. Sabes que esa que se la has quitado a un oprimido a ti te abre la puerta de quienes golpean y se esconden bajo la tutela del hermano mayor.

 Y así, un día, te ponen unas gafas, como otro te podrían haber puesto, la desnudez, para saberte.

  Pero a ese tu amo, al que sirves, siempre te arropara, aunque solo sea por tu criminal servilismo 

  


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