En las sombras de la noche, nos saludamos;
no hay protócolo, es encuentro.
En dar la mano, acepto lo poco,
las palmas se retienen, todo tan brusco.
Se hace profundo, correr sin su ironía
imagino volar por si puedo tocar la estela
Está en la clase y en las calles que escuchan
sonando por caminos, de un aire que se desliza
en un laberintico recorrido encuentra oyentes
Es un día de Mayo, todo se ha deslizado en una pendiente y cada uno de nosotros ha tenido el abrazo de la incertidumbre. Este año nos asimos a aquellos días de Septiembre y, sin excusas nos pusimos a buscar. En un bosque, quisimos no mirar el nombre sino cada planta, cada árbol y empezó a tener significado la posibilidad de nombrar a cada uno por los ojos de sus ramas o los pies de sus arbustos.
Penetró una luz para engendrar significados, un día por sendas; otros, por caminos, y cuando quisimos ser más sabios descubrimos las autovias pero también jugamos por las sendas, como equilibristas, como táhures que desafiaban las reglas que construyen ciudades sin dimensiones. Entonces, las sendas se llenaron de los colores de las hayas y de estas brotaron sonidos y de todo salió la armonía y entonces paré
Hubo un silencio, enorme, ampliado a un tiempo que se crecía, pero volando sobre la armonía estaba ella y con su mirada, la sonrisa, y en el manto de lo que ha ido haciendo, sale un brillo y allí, se quedan clavados nuestros ojos. Y en su cuerpo atacado, posamos un beso, por si, las sombras se apoderan y la luz de lo que nos brilló, se la ponemos ahora a ella.
Y arropamos los fríos que nos descomponen, tejiendo con los dedos, hilos de sus ojos, palabras de su mente, corazones de sus actos, y entrega de su día a día.
Puede que todo no sea suficiente, y mostramos la orilla de ahora, para que metamos un primer pie a lo glacial y entonces, en su rigidez, la cogeremos de un dedo sin respiración y le daremos el aire de nuestro beso y creeremos en el poder de este, como hemos visto, siempre, el poder de ella. Y una uva se posa en nuestro palabra y fermentamos al mosto para que nos sigamos embriagando de la vida.
Y si necesitáramos un viñedo, lo labraremos, lo podaremos y tomaremos otro pequeño grano, porque de uno en uno, queremos nacer a los encuentros que nos han precedido con tés y ahora lo haremos con la palma donde quebrar los destinos arteros.
Salió una tarde a navegar un beso. Los Pinzones estaban dormidos; los vientos, calmados; quizás, fue ave quien decidió cogerlo para posártelo en las manos, y entonces, habló, como para tener aquí, para no ser una estrella fugaz, ni una nube que te describiera, quiere tener cruzando una calle y una carcajada que rompa las discreciones
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