Si vas por una carretera con mucha vegetación en sus márgenes, intentas que el movimiento de un matojo no te distraiga porque por el otro lado puede aparecer un corzo, sobretodo un corzo, definido en la josepedia como el bicho que tira para adelante, sí o sí, lleves una mula, un coche o un Ferrari, que es un coche pero lanzado.
Yayo Herrero, escribe en CTXT.es un exhaustivo artículo sobre nuestra convivencia con la naturaleza.
En medio de la travesía que supone su lectura aparecen escenas y accidentes. En uno de ellos, me veo atropellado por una turba, de la que puedo formar parte, que no es capaz de parar. Producir no es la palabra exacta para denominar lo que extraemos de la tierra. Parece que multiplicamos y en realidad restamos a la tierra.
Nombra varios términos muy bonitos que es necesario encontrar en su texto.
No nos dejan prepararnos para conformarnos y repartir lo que existe. Resulta paradójico que quien más nos incita a ser soberbios, egoístas y despreciadores de los otros, son los que sirven a los poderosos. Quienes nos hablan para nuestro individualismo como potencia máxima pero enfrentado a los tenedores de seguros privados, jubilaciones privadas. Nos hacen sentirnos ser de los suyos pero siempre debajo.
Nuestra forma de estadía ante la sociedad, nos venden, es ser islas. Bellas, evocadoras, autosuficientes, hasta que un día tienes que salir de allí, "por patas" o porque a quien tenías debajo ha penetrado en tu bahía, creías poder exhibirle tu poder y despreciarle y has descubierto que no sabes compartir, cuando la supervivencia os llamaría a ello, como la de tener un oro, hizo que un italiano y un quatari, renunciarán a vencerse entre ellos y si, a verse los dos vencedores.
Ha pasado un mes desde el curso de Climática de LaMarea, con temas variados, mensajes contundentes en el marco de una sociedad DIOSA. Nada parece aceptable para un cambio.
Ni en lo personal, cuando ha habido momentos que creías participar en el mejor de los mundos posibles, por vivir alejado de los aumentos del nivel del mar, de los, cada vez, más frecuentes huracanes u otros fenómenos, que si, que eso es el cambio, los estamos acelerando.
Ni tampoco entre quienes desposeídos, se agarran a cualquier forma de supervivencia, cuando comprenden su soledad, añade a los que están en la misma situación y además, les ponen los obstáculos suficientes para que esta sea la única forma de salir de su pozo.
Se te acerca, entonces, un oyente. Nunca has sabido donde estaba. Levanta los hombros y parece decirte: entonces no se pueden encontrar soluciones. No sabes si es una pregunta o una afirmación. Abres los ojos
Unos vuelan, por si sus vidas que ya han intuido, más o menos, que no son eternas, las pueden vivir en terrenos ajenos a tantas vicisitudes.
Otros se someten a sus dueños, porque les prometen ser presidentes; y son capaces, incluso de la indecencia y la incoherencia.
Muchas en el día a día, han edificado su felicidad, tan efímeras cabañas, que un día un viento les pondrá en manos de grandes tenedores e incluso, si viven, respiran y ven a los suyos, les será suficiente. Y quizás, llevan razón, ¿Qué hay más importante?
No encuentro el momento para un decrecimiento, para dividir de lo que ya existe y saborear mi parte.
En esa espera y falta de nuestras decisiones, está la victoria de la destrucción comenzada
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